Agradecimientos (Primera parte)
Este libro pretende narrar Vida, y esto se ha dado en todos los contextos y experiencias de este camino. De las cosas tal como son ha surgido el formato de este libro disco. Para hacerlo, nos hemos puesto en relación el fotógrafo Marc Javierre, la ilustradora Eva Virgili, el maquetador Joan Rossell, la escritora Laia de Ahumada, la médica y productora Laura Rubio y yo misma. La gran aventura de este vínculo ha sido confiar en que, a pesar de la inexperiencia y las diferencias, compartimos una mirada abierta hacia el misterio de la vida que siempre puede sorprendernos. La apertura de la propuesta, la ausencia de pautas, permitir que la orientación fuera mostrando el camino en el proceso, han provocado vértigo y en algunos momentos cierta desconfianza, pero al mismo tiempo nos ha mantenido atentos y constantemente invitados al reto de sumar individualidades.
Así pues, creo que puedo asegurar que hemos puesto en valor el proceso por encima de la meta, y la individualidad al servicio del trabajo en común.
Todas las personas, colectivos, empresas, instituciones , monasterios y ermitas que han participado en este proyecto han asumido un mismo protagonismo, indistintamente de si han contribuido con más o menos dinero, tiempo o trabajo.
Cada una de las 238 personas que han colaborado en el micro mecenazgo, que han dado forma y contorno físico a este libro disco, han posibilitado que el dinero que ha contribuido a parirlo tuviera la máxima relación con la orientación de este camino.
La Editorial Barcino (239) ha reconocido , como hizo Llull, la importancia del pueblo apoyando esta obra que pretende trasmitir su mensaje a todos los estamentos de la sociedad, apelando a las emociones y orientando el pensamiento hacia el «bien común por encima del bien especial».
La Generalitat de Catalunya (240), las diputaciones de Barcelona (241), Tarragona (242), y Girona (243), encabezadas por la Diputación de Lleida (244), también han reconocido el valor de este proyecto de comunidad, nacido y fundamentado principalmente en las tierras de Lleida. Un proyecto artístico que nos habla de una experiencia ética, de implicación, de territorio, de patrimonio, de identidad, de Personas. Un camino de Trabajos y Placeres de Amor que aúna la diversidad porque tiene un horizonte común.
Para Iter Luminis esta transversalidad es el núcleo y sentido a este vivir tan difícil, «la siempre necesaria lucha contra lo que nos separa» y jerarquiza nuestras relaciones en base a lo que poseemos y no a lo que somos. Este es una obra de Personas que suman esfuerzos tornándose ‘pueblo’, y las administraciones, al servicio del pueblo, con su apoyo, la reconocen. Se trata de un proyecto nacido en Lérida y que tiene como centro la Torre de Vallferosa, situada en el centro geográfico de Catalunya y que simboliza, como un faro, una orientación que irradia una catalanidad digna, que quiere inspirar la construcción de un nuevo proyecto de país, de comunidad humana.
Pórtico
Lídia Pujol
«En el origen de todo, se encuentra la obsesión de un enamorado que busca dar a conocer aquello que para él ha sido fundamental, el descubrimiento del Amor.»
(Teodor Suau)
Iter Luminis, un camino orientado, quiere dejar constancia de todas las experiencias vividas, durante los seis últimos años, a lo largo de este camino de luz, por el cual hemos transitado. Es por eso que es mucho más que un libro-disco, es la representación artística de una experiencia que busca la cualidad humana en toda su diversidad. Y es por eso que es mucho más que un proyecto personal de Lídia Pujol, porque ha sido posible gracias a todas las personas que lo han hecho suyo, que se han ido sumando a lo largo de todos estos años. Con todas ellas hemos recorrido decenas de espacios sagrados de toda Cataluña, buscando siempre la implicación de la gente del territorio. Con una misma orientación: representar artísticamente el deseo de la calidad humana, que no es otro que el deseo de mostrar la plenitud de ser quién somos, desde la libertad, la conciencia y el compromiso.
Iter Luminis es una experiencia vital que ha supuesto la construcción de una conciencia personal en tres etapas simbólicas, que están representadas por los tres espectáculos presentados en este libro-disco: La Cerimònia de la llum, Camí d’Identitat y Treballs i Plaers d’Amor. La Ceremonia fue la revelación de la posibilidad de la diversidad en comunión. El Camino de Identidad, el reencuentro con las propias raíces. Y Trabajos y Placeres de Amor, la orientación compartida.
La expresión musical y poética que interpreta y contextualiza estas tres etapas, quiere ser un vínculo entre el pasado y la contemporaneidad, que proyecta un futuro comprometido con unos valores universales.
El pensamiento crítico siempre nace de una contradicción, pero, cuando todavía no hay capacidad de pensamiento, ¿qué puede nacer de una contradicción? Del tutelaje a la reacción.
Hay dos maneras de escribir esta historia: una se limita a las leyes humanas y la otra se abre al infinito. En el reconocimiento de la relación entre ambas, en la orientación que toman cuando actúan juntas, radica la calidad de esta aventura de vivir.
Ya de muy pequeña, el mío ha sido un camino de investigación constante. La incomprensión del mundo frente la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace, o entre lo que parece y lo que es. Me desorientaba de tal manera que perdí el hilo y quedé aislada. La normalidad no respondía a la verdad. La orientación del mapa que guió mis primeros pasos siempre señalaba dos direcciones: una en apariencia, la otra en contenido, y se contradecían.
Los primeros adultos que se me presentaban como referentes, a pesar de que eran vulnerables, los percibía absolutos, ¡eran Dios! Eran todo, y yo era en ellos. Pero el descubrimiento que aquellos límites condicionaban el amor, negando el proceso infinito que surge de la comunicación verdadera, agrietó mis fundamentos; y la desafortunada educación religiosa que recibí tampoco me ayudó mucha a comprender, sino todo lo contrario. Nadie me dijo que Jesús representa a todos aquellos que confrontan la injusticia, que dicen la verdad tanto si conviene como si no, que están junto a los quienes más lo necesitan y son asesinados por los poderosos. Aquella grieta, aquel pecado original que, como tantas otras cosas, de pequeña no entendía, ha sido la materia prima que he ido reinterpretando a través de lo que ha sido la gran suerte de mi vida: la música. A través de ella, no sólo pude huir de la realidad cotidiana, sino que llegué a un mundo poético y teatral que me acogía y que, poco a poco, me reconducía a la palabra, al vínculo, a los otros.
Si una contradicción temprana marcó mi niñez, en la adolescencia y juventud estaba decidida a hacer todo e lo contrario de lo que se esperaba de mí y a denunciar de mil maneras la hipocresía y el engaño. Entonces, ¿cómo podía ser que una nueva contradicción me encarcelara? ¿Por qué, aun haciendo lo que yo quería, no me sentía libre?
Me pregunto si la libertad no es estar atrapados en un cruce, en la que cada vez que divisamos un horizonte de justicia, surge el reflejo de un faro que tiene su origen en nuestro pasado y espolea el futuro. Un faro que señala, una y otra vez, la única y verdadera forma posible de libertad: afrontar la injusticia, decidirse por el Amor y dejar de lado el miedo.
De los intermediarios a la interpretación personal: Ser de una pieza.
Desde esta realidad de niño que ve los padres como dioses absolutos, siempre me había preguntado: ¿qué es esto de madurar, de crecer, de hacerse mayor? Me respondí la pregunta cuando descubrí que nos hacemos adultos cuando vemos los padres como hermanos; en el momento que, sin negar o juzgar lo que hemos heredado, conseguimos relacionarnos de tú a tú y reinterpretar la vida personalmente, no de forma jerárquica. A pesar del nuevo descubrimiento, la rebeldía contra los referentes todavía tenía tanta fuerza que me cegaba y no podía sentir ningún interés por mi propia experiencia e interpretación de la vida. Por suerte, una pregunta iba llamando a la puerta de la posibilidad de mi historia personal: Y para ti, ¿qué es amor? Y un buen día, me llegaron los referentes de una nueva vida.
Los Referentes de Amor y Libertad.
La fortuna de encontrar maestros de Amor, fuera de la familia, me ayudó a andar a tientas, a sostener la angustia que me generaba aquella pregunta. Hasta que llegó un día que —cómo si entrara un rayo de luz por la ventana, y de golpe se iluminara el espacio lleno de polvo en movimiento— Tomás de Aquino, en boca de Teresa Forcades, me dijo: «Para hablar de Amor las palabras son siempre insuficientes, pero nunca indiferentes».
Entonces lo entendí. ¡Está claro! El amor es una dinámica infinita de relación, no la puedo resolver, ni tipificar, ni controlar, pero del que sí me puedo responsabilizar es de lo que No es amor. Entonces aquel polvo, hasta entonces invisible, empezó a tomar forma y contorno: ¿Amar es poseer? ¿Es celosía? ¿Es el mercadeo de: te amo si haces lo que quiero, y si no lo haces no te amo? ¿El amor es jerárquico? ¿Se puede comprar? ¿Controla la libertad del otro? ¿Responde exclusivamente al propio deseo? Todas estas preguntas me interpelan a cada huella de este nuevo camino de vivir, simbolizan el nacimiento de la conciencia que somos Amor y sólo el Amor nos hace libres en dignidad.
¿Cómo podemos saber qué es dignidad, si hemos aprendido que amar es poseer?
La dignidad y la autodeterminación.
«Todo empieza en uno mismo» decía Ovidi Montllor. Y uno mismo empieza cuando dice Sí al Amor, con un No implícito al miedo. Este es el Sí de María, aquel que, por extraordinaria o abusiva que sea la propuesta de vida, restituye al pecado original la inocencia malograda.
Amigo, ¿de quién eres? —De amor. ¿Quién te ha engendrado? —Amor. ¿Donde naciste? —En amor. ¿Quién te ha nutrido? —Amor. ¿De qué vives? —De amor. ¿Qué nombre tienes? —Amor. ¿De donde vienes? —De amor. ¿Donde estás? —En amor. ¿Donde vas? —A amor… (Ramon Llull)
El posicionamiento de cada una de estas respuestas es el que re fundamenta la grieta original de la construcción de mi persona, y me pone de nuevo en relación con mi posibilidad de ser feliz: los vínculos de calidad con los otros, basados en mi auténtico deseo de compartir, en lugar de competir, y orientados por la verdad, en vez de la apariencia y la mentira. El Amor es la única respuesta a todas las preguntas, y el Amor no excluye, se ofrece a todos y espera nuestra libre respuesta.
¿Qué sentido tiene un proyecto que habla de compartir en un mundo basado en la competitividad?
Este trabajo que os presento en este libro-disco es el resultado de aquella investigación constante de amor, desde la niñez, que ha atravesado verdaderos peligros, y de la cual han surgido las interpretaciones de unas obras, que ahora existen con renovada Luz. Canto partiendo del deseo de esta capacidad para amar, la del origen, la del niño, aquel que ve los otros, los adultos, como si fueran Dios —pero sabiendo que no lo son— y se entrega de pleno.
La coherencia del repertorio, por muy diverso que sea, en mi caso, la da esta infinita necesidad de relación con la diversidad, y no un discurso intelectual, o de estilo. Surge de esta fundamental necesidad de querer y de la reinterpretación personal de todo aquello heredado, porque, como por milagro, siempre ha habido un hilo que ha ido tirando de mi cuando yo me resistía; o tomándome y acercándome amablemente, sin que yo lo pudiera entender hasta mucho tiempo después, desde la distancia, la duda y el perdón.
Este libro-disco es fruto de una experiencia que no puedo contener: que derrama a través de la música, la palabra y la imagen.
Prólogo
(Tríada)
El amor generador de la calidad humana. Àngela Volpini.
Lídia es una amiga a quien he conocido hace poco, pero sé que ya nunca nos dejaremos.
Lídia tiene conciencia de la verdad: está enamorada de la Humanidad.
Cuando canta, el corazón se le ensancha para alcanzar al público que la escucha, ¡y más!
La pasión que trasmite a través del canto hace que cada persona que la escucha se sienta un ser humano único, valioso y lleno de amor.
Su canto, acompañado de la luz, desde los monumentos antiguos, provoca una emoción extrema. Es como si te dijera: “He aquí el amor generador de tu calidad humana. Te lo entrego para que puedas hacer cosas todavía más sublimes”.
Lídia es una mujer que ha sabido transformar el sufrimiento de su vida en un canto de amor para dar esperanza al mundo.
Los hilos amorosos, providenciales, la iban guiando. Anna Nubiola.
Lídia me invitó a la Ceremonia de la Luz, en Santa María del Mar. Acababa de conocerla, tan entusiasta, tan comunicativa! Ya había hecho este espectáculo en dos o tres lugares del país y quería que yo lo conociera.
La nave, iluminada con velas encendidas, cuyo resplandor, moviéndose, daba vida a las columnas que esparcían eternidad y belleza.
Lídia desde el altar proclamaba: A M O R, y desde el minarete —junto al órgano—, Mohamed cantaba también: A M O R……y las velas encendidas eran fragantes plegarias de agradecimiento.
Después supe que el olor de las velas, y su adecuadísima luz, habían sido regalo de los amorosos hilos de la Providencia que han ido acompañante a Lídia. El desamor, había negado el uso de los focos «holliwoodiencs» por motivos pecuniarios. Dios- Belleza iba conduciéndola … y ganaba.
Yo le preguntaba: «Qué quieres decir, Lídia? Qué quieres compartir? Qué nos quieres decir de los deseos de tu tú más íntimo? Cuál es tu mensaje?» Y la Ceremonia de la Luz le señaló el camino. Los hilos amorosos, providentes, la iban guiando…
Ella iba aprendiendo en la escuela del amor que la seducía, y los pensamientos brotaban y la conducían allá donde ella ni sabía… pero seguía, y llamaba todo el mundo para hacer un camino nuevo, todos juntos. Así nace Iter Luminis. Lídia busca iluminados cómo ella.
Y con ellos nace este proyecto: «Este camino tan fino, tan fino, quien sabe dónde lleva?» (Josep Carnero). Y van siguiendo juntos este camino, por todas las comarcas catalanas, esparciendo la luz del Amor. Encontró amigos que hablaban el lenguaje que su sed anhelaba: Ramon Llull, Teresa de Jesús, y les puso voz de su camino.
Y los hilos de Dios Amor, sin que se noten, la iban guiando. Y ella junto a los itinerantes, cada día con más Luz, han trazado este camino, y ahora van descubriendo donde los conduce.
Desde la perspectiva del balcón de mi experiencia de anciana, desde dónde he visto con nostalgia desaparecer para siempre tantas cosas valiosas, estoy muy contenta que este testigo de amor, gratuidad, historia, cultura, fidelidad y espiritualidad, pueda ser recogido y trasmitido por las futuras generaciones.
Gracias a todos los que lo han hecho posible.
Este camino de luz me invita a pensar en la vida de las estrellas. M. del Mar Albajar.
Me alegra participar del prólogo de esta obra de Lídia Pujol. Me gusta formar parte del camino de luz que Lídia ha trazado y camina, convirtiéndolo en su horizonte. Este camino de luz me lleva a pensar en la vida de las estrellas, los grandes candiles del cielo. Las estrellas son astros que dedican su vida al trabajo constante de la fusión de sus elementos. Me gusta imaginar que las estrellas no piensan en producir luz. Las estrellas se dedican a unir entre ellos los elementos separados que las forman. La fusión de estos elementos genera un nuevo elemento, más estable que los elementos iniciales, y este incremento de estabilidad interna hace que libere la energía que atraviesa su interior y que después irradia hacia el exterior en forma de calor y de luz.
No me extrañaría que las estrellas no se dieran cuenta de su propia luz, atareadas cómo están en la fusión de sus elementos. Y, en cambio, la luz de las otras estrellas les es referente para seguir su camino. Quizás no se dan cuenta, pero ellas también emiten luz y calor, luz y calor que sirve o servirá quizás muchos años más tarde, cuando ellas ya no estén, para orientar a las personas caminantes de tantas noches y para iluminar astrónomos y poetas, eternos buscadores de nuevos horizontes.
El camino de luz es esencialmente personal, un camino íntimo que sólo puede realizarse en el núcleo de la conciencia y de la libertad de cada cual. Y es, a la vez, esencialmente comunitario, relación incesante con el entorno al que ilumina y , a la vez, modifica su propio recorrido.
Este camino de luz aquí toma forma de disco y de libro, y es fruto de una síntesis rica y preciosa de amor por nuestro territorio, por nuestra historia y tradición, por la cultura, las personas, por los productos, por las palabras, por la música, por la verdad.
Se trata de una búsqueda decidida desde una opción personal, que con sus «trabajos, sudores y amores compartidos», se transforma (…..) en Luz.
Introducción
(Tríada)
Perspectiva de Cantata
Romà Escalas. Músico y musicólogo
Asistí por primera vez a la representación-concierto de La Ceremonia de la Luz de Lídia Pujol, en Súria el 2011, en la iglesia de San Sebastià. Fui – a pesar de que era un anochecer de enero congelado – especialmente movido por la curiosidad artística y el instinto de ver como se combinaba aquel repertorio tradicional con las obras del Llibre Vermell de Montserrat, sobre las cuales con Lídia habíamos mantenido diálogos informales. La primera impresión fue definitiva: el espectáculo no era el típico concierto de «fusión» entre estilos, sino que creaba, como por milagro, un punto de encuentro entre fe y laicismo, acogiendo lenguajes y tradiciones aparentemente alejadas, las cuales se relacionaban en un misterio de convivencia y calidad, dotándolas de una nueva identidad que se proyectaba y fluía entre el público. Emocionados con el misterio de los textos en occitano o en árabe, la gente cantaba a la salida, el Polorum Regina del siglo XIV.
El deseo y la necesidad de entender por dónde circulaba esta nueva vía de comunicación que, de forma intuitiva, Lídia lograba desde la facilidad de un conocimiento puramente emocional y con el acompañamiento de músicos de calidad extraordinaria, me motivaron para seguir el itinerario del espectáculo. Cada nueva versión me aportaba un conocimiento más próximo al sentido interno del proyecto. A veces, mi actitud analítica me alejaba de la emoción compartida con el público. Envidiaba el empaparme con la música y la imagen, y no quedaba otra solución que apuntarme a la próxima representación, y así acompañé La Ceremonia desde Poblet hasta Santa María del Mar en Barcelona.
Después de La Ceremonia, en el 2014, nació un nuevo espectáculo: Iter Luminis, creador de caminos y conexiones en nuevos espacios de encuentro, por las montañas, las llanuras o los bosques, en pequeñas ermitas y monasterios, en sintonía con la estructura y el espacio, definido por la conciencia del territorio y sus culturas compartidas, con nuestras auténticas raíces.
Los encuentros, a lo largo de un camino orientado hacia valores esenciales, tenían lugar convocados por la voz y el canto. Desde la emoción y la poesía, se transmitían los símbolos de la memoria colectiva, los valores y la tradición patrimonial. Después de La Ceremonia, el efecto que se añadió sobre el público de este nuevo espectáculo, fue la fidelización de la participación, con un sentimiento de movimiento en común hacia una dirección trazada por el contenido de las canciones, complementado y enriquecido con textos de Teresa de Jesús y Ramon Llull.
Ahora, en una nueva etapa, este cúmulo de experiencias se recogen en estos CDs que acompañan el libro. Conscientes de que contemplar una foto de un paisaje no es lo mismo que pasear por él, estas grabaciones no pretenden ofrecer una foto instantánea de un momento musical y escénico, sino que van mucho más allá. Se trata de participar en la creación de una nueva mirada sobre estos proyectos que, recogen esta obra única y original de Lídia Pujol.
En los inicios de nuestra tradición musical, el término «Sonata» asumió el significado de conjunto de obras o movimientos musicales de carácter meramente instrumental, mientras que «Cantata» significó desde el principio, un conjunto de obras de índole especialmente vocal, con o sin instrumentos acompañantes y, en ambos casos, un argumento daba sentido y coherencia a la selección de las partes integrantes.
La primera vez que escuché La Ceremonia, intuí la luz que nos aportaba después de la oscuridad, la luz que da respuestas a la mente humana, convirtiendo la intuición en faro de la realización del individuo; la luz que nos mostraba la igualdad universal desde la divinidad de la Virgen. Esta luz que iluminaba todo el espectáculo, me sugirió por primera vez la comparación de La Ceremonia con una Cantata.
Ahora desde la perspectiva que nos ofrece la continuidad de la propuesta musical inicial, ampliada con las obras del proyecto Trabajos y Placeres de Amor, podemos escuchar y entender ambos repertorios como dos cantatas que se integran en una de suela. Puesto que el segundo proyecto nació de la evolución musical y mística de La Ceremonia, y los dos han sido creados desde una selección de obras musicales que adquieren sentido, coherencia e individualidad a partir de los mensajes comunes que nos trasmiten. Mensajes que partiendo de los argumentos de las canciones de La Ceremonia – la convivencia entre culturas y pueblos expresada en una lectura actual de símbolos religiosos y culturales, como ejercicio de crecimiento interno y personal – nos conducen a través del Iter Luminis hacia la culminación de un camino de perfección, con la participación y la compañía de los demás, y desde una orientación común.
Ahora, en casa, sentados cómodamente, trasladándonos con la imaginación por todos estos lugares y caminos, al escuchar las grabaciones, podremos identificarnos con estos valores superiores que nos propone esta Cantata, sin olvidar su origen como obra de creación y comunicación, concebida para ser co-creada y escuchada en comunidad y en participación.
Siempre estaremos agradecidos a Lídia, por esta generosa experiencia personal que nos invita a compartir. Desde ahora la audición de esta grabación nos permitirá acariciar aquella fe y espíritu de superación que le permitió llevar a cabo los dos proyectos, sin desfallecer, a pesar de los momentos en que las limitaciones de las personas y los hechos los dificultaban. Aquel mismo espíritu e impulso, más veloz que la mente, que eligió un camino orientado hacia la luz, y que ahora nos invita a continuar en la búsqueda personal y compartida de la trascendencia de la belleza y la emoción.
Encuentro entre cultura popular y cultura escrita
Joan Figueres. Músico y compositor.
¿Que significa «cultura popular» y «cultura escrita»? Hablamos de «cultura popular» para indicar que es del pueblo y que se transmite por vía oral. Y de «cultura escrita», cuando es el resultado de estudios académicos, o que tiene un carácter más intelectual. A menudo, cuando hablamos de música «popular», para diferenciarla de la música «clásica», probablemente lo hacemos para remarcar la idea que la música clásica no es popular, o que la música popular no tiene el nivel de la clásica. Y lo mismo podríamos decir de la danza, u otras formas de expresión, como por ejemplo el teatro o la poesía. En cualquier caso, pero, estamos hablando de danza, música y, en fin, de cultura.
Esta distinción contiene un punto de vista delicado, que es el de la jerarquización. Aceptamos que aquello que está escrito, legislado y anotado en libros, tratados, contratos, convenios, leyes y decálogos (¡y constituciones!) es cátedra y da poder a quienes lo poseen, ya sea porque lo han pensado, decidido y escrito; ya sea porque lo han comprado o arrebatado. Y cuando no es así, porque ha surgido no del intelecto sino del deseo; no de la cabeza sino del corazón; no de la curia sino del pueblo… entonces es considerado impulsivo y cuestionable.
En este caso, al hablar de un encuentro entre la cultura popular y la cultura escrita me refiero a un acto deliberado de acercar algo sublime o elevado a la gente del pueblo, para que sea partícipe y lo pueda disfrutar. En el ámbito musical encontramos, con diferentes matices, varios ejemplos en los tradicionales conciertos participativos —en Alemania, Francia, Inglaterra o Cataluña— donde, junto con orquestas, solistas y directores profesionales, se invita, durante la Semana Santa, o alrededor de Navidad, a cantantes no profesionales a participar en interpretaciones de algunos oratorios de J.S. Bach o del Mesias de G.F. Händel.
Y todavía mucho más retrasado en el tiempo, también hablando de música, pero además de danza, encontramos el Llibre Vermell de Montserrat. Un códice de finales del siglo XIV que incluye, entre otros muchos documentos, una compilación de diez cantos y danzas con notación musical; textos en latín, occitano y catalán, y referencias coreográficas. Este cancionero se creó a partir de las canciones y las danzas que los peregrinos, venidos de todas partes, cantaban y bailaban para divertirse durante las veladas, después de haber alcanzado el objetivo de su peregrinaje. En la compilación encontramos el siguiente texto: «Cómo que los peregrinos quieren cantar y bailar mientras velan de noche en la iglesia de Santa María de Montserrat, y también a la luz del día; y cómo que allí no deben cantarse canciones que no sean castas y piadosas, se han escrito las canciones que aparecen aquí. Y tienen que ser cantadas de manera honesta y sobria, vigilando de no estorbar a nadie que vele en la plegaria y en la contemplación devota.»
Esto nos muestra la voluntad de los monjes del monasterio de poner al alcance de la expresión lúdica y festiva popular las herramientas necesarias —más elevadas y, además, escritas— para que el pueblo tuviera un comportamiento más espiritual.
Una de las muchas virtudes que tiene la propuesta de Lídia Pujol es la de reunir, en un mismo escenario, músicos profesionales y músicos aficionados. Todos ellos, desde los instrumentistas, de altísimo nivel y gran sensibilidad, hasta el Cor de Vallferosa, un grupo que trabaja el crecimiento personal a través de la voz y de la música, se unen al escenario para ofrecer al público una experiencia única. Un acontecimiento que parte de la música, pero que va más allá y se convierte en un estímulo para los sentidos. Para todos los sentidos: los físicos y los espirituales.
Esta unión entre el profesional y el aficionado, con un objetivo común, es una característica, creo yo, y muy importante, del proyecto Iter Luminis. porque lleva implícita la idea de compartir. No se trata sólo de acompañar musicalmente la voz en algunas canciones, como un instrumento más. Se trata de compartir la experiencia de algo que el espectador no tiene nunca la oportunidad de hacer: vivir la celebración del concierto desde el más pequeño detalle y en casi toda su dimensión. Esto comporta, lógicamente, una comprensión mucho más grande de lo que Lídia Pujol quiere transmitir con su propuesta. Porque nada es gratuito. Cada gesto, cada verso, cada palabra… está donde tiene que estar. Aromas, colores, sonidos… todo tiene su significado. ¿Y el hecho de compartirlo invitando gente no profesional al escenario —o quizás deberíamos decir «al altar»? — comporta un aumento sustancial en la comunicación que hace que el público quede «atrapado» con mucha más fuerza.
Efectivamente, es un planteamiento de base, deliberado y consciente, de hacer las cosas de una manera más consecuente y más humana. Porque se trata de poner en valor la fuerza de la comunidad con la implicación de cada cual, partiendo del principio de igualdad. En el fondo, y quizás sin pretenderlo directamente, es una manera de intentar construir un mundo mejor, más justo y más equitativo.
Las personas que integran el Cor de Vallferosa participan en las sesiones de trabajo realizadas en varios fines de semana a lo largo del año, paralelamente a las representaciones de Iter Luminis. Estos Encuentros de Creación cuentan con un equipo de especialistas en música, voz, cuerpo y movimiento que, junto con la misma Lídia, trabajan los diferentes aspectos del concierto (filosóficos, artísticos, técnicos, escénicos, estructurales…) para poner en relación la esencia del proyecto con todo el grupo. La comunicación, la convivencia, el rigor en el trabajo y el buen humor son fundamentales para conseguir la preparación individual y el compromiso personal. Estos Encuentros, además de ayudar técnicamente y artísticamente al grupo, abren caminos que facilitan el intercambio de conocimientos, experiencias y emociones; y constituyen un foro abierto de debate y de diálogo. En definitiva, un espacio para crecer, aprender y recuperar el sentimiento de comunidad.
El saber no nos hace ser necesariamente mejores personas. Pero el compartir sí, porque obliga a ambas partes a ponerse en relación, a confiar y a valorar aquello que se comparte. Compartir quiere decir pensar en el otro, en el beneficio común y no sólo en el propio. Y lo que se acaba consiguiendo es un resultado —en este caso, artístico— con la implicación de todo el mundo, vital, artística, sensorial y espiritualmente hablando.
Y es entonces cuando la unión se convierte en comunión.
Sobre juglares y trovadores
Laia de Ahumada. Filóloga y escritora
Los trovadores son los poetas líricos que escribieron y musicaron sus poemas en provenzal, en los siglos XII y XIII. Los trovadores no cantaban públicamente estos poemas, eran los juglares líricos los encargados de hacerlo, de transmitirlos al público, de la forma más fiel posible, con cantos y música instrumental. Eran personajes que entretenían y por eso eran bien considerados. Es posible que se dedicaran a la divulgación de poemas de un solo trovador, para quien trabajaban, o que fueran por libre y cantaran poemas de más de un trovador, o incluso que en algún momento se convirtieran, gracias a sus habilidades, en trovadores, cantando canciones propias.
En la lírica provenzal encontramos también unas figuras inusitadas en la época, como son las mujeres trovadoras —las trobairitz— y las juglaresas. Ambas luchaban para hacerse un lugar en el juego literario del amor cortés, reivindicando una manera diferente de entender el amor, no como un pasatiempo, que las convertía en objeto de mercadería, sino como un reto de individuación, subjetivo.
Es ahora, en pleno siglo XXI, donde Lidia Pujol teje un hilo invisible con aquellos artistas del siglo XIII, más cerca, quizás, de los juglares que cantaban canciones de gesta que no de los juglares líricos, porque aquellos inventaban historias y tomaban en préstamo palabras. Heredera, pues, de trovadoras y juglares, rescata músicas, barrunta canciones, roba palabras, arregla partituras y destila textos como si fueran aromas. De aquello que lee, toma la frase que le resuena, el verso, y hace una amalgama, quita y pone palabras, sinónimos, signos de puntuación, notas y silencios. Todo aquello que le hace falta para expresar lo que no puede callar, ante un público que se reúne en la plaza, alrededor de una torre o en el atrio de una iglesia.
Al sentirla recitar un texto de Llull, de Rumí o de Teresa de Jesús, uno se pregunta: ¿De donde lo ha sacado? Porque se reconoce, pero no se identifica. ¿Qué ha hecho para hacer estallar el sentido, para atemperarlo sin violarlo? En cualquier texto que interpreta, que hace suyo, deja huella, a veces imperceptible, a veces tejida de versos y palabras.
Como las trovadoras defiende una nueva manera de entender el amor, que no es el amor cortés, sino el Amor con mayúsculas, que participa de un mismo objetivo: la riqueza de ser quién somos y de compartirlo.
La voz de Lídia y su hacer arraigado encanta como la flauta del juglar de Hamelín. El sonido de su música reúne empresas y entidades sociales que defienden el bien común por delante del propio, que la siguen de espectáculo en espectáculo, animados por una intención compartida que viven como un «ya sí, pero todavía no». Antes eran los reyes y los nobles quienes ejercían el mecenazgo de trovadores y juglares. Ahora es la juglaresa Pujol la que hace visible y acompaña entidades sociales como la Fundación Casa Dalmases o la cooperativa L’Olivera, y empresas como Granel, Vita Levis, Ensabona’t, El Monegal, Peccatum7, David Valls, Casal La Salle de Veciana, Bioconstruccions Jordi Vilar o Teixidors de Terrassa, Vegetalia y la asociación Biolord, que practican una economía social y solidaria.
Autodidacta musical, lectora insaciable, enamorada de la escena, interpreta y transmite, hace el amor con la música y la palabra en el escenario, en cada espectáculo. Imagino así, en el tiempo, a juglares y juglaresas: sin prejuicios, libres, capaces de decir detrás de la risa fácil lo que nadie se atrevía a decir, pero con una gran diferencia: Lídia Pujol no hace espectáculos para divertir, sino para conmover.
Iter Luminis. La Ceremonia de la Luz
La revelación de la posibilidad de diversidad en comunión
INTRODUCCIÓN
Aprender a volar
Para mí la música ha sido un camino de reconstrucción y reorientación personal. He reinterpretado en forma y contenido una misma pieza durante veinte años. He hecho una y otra vez un autorretrato de mí misma, constantemente cambiante.
Hay una canción fundamental a mi vida: “L’arbret vora el camí”, una canción tradicional jiddish. Fue la primera canción que canté en catalán —siempre lo había hecho en inglés. Este laborioso proceso me recondujo a mi cultura y lenguaje, de los cuales estaba completamente alejada, artística y culturalmente. Con los años, desde aquella canción, he ido dando sentido a este camino. La canción habla precisamente del momento en que la madre, a pesar de conocer los peligros, tiene que alejarse del hijo y propiciar el vuelo del pequeño pájaro, transmitiéndole su confianza. Este es el gran reto de ser madre y el más preciado regalo que puede ofrecer a su hijo. Si la madre no puede reconocer el auténtico valor de esta separación, está ahogando, o dificultando, la posibilidad infinita de ser del hijo. En la canción, la madre lo viste con ropa de abrigo y le trasmite sus temores y el pájaro, con tanto peso, no puede levantar el vuelo.
Camino de identidad
La canción del «arbret» me ha invitado una y otra vez a reinterpretar la historia de la primera madre, Eva, su relación con el pecado original, por qué y de quién es la culpa. A pesar de que el episodio bíblico transcurre entre dos persones adultas – es decir, entre dos personas responsables de sus elecciones – la interpretación del pasaje a lo largo de la historia muestra a la mujer como el ser que tienta y engaña por excelencia y al hombre como un niño que no tiene capacidad de discernimiento ni es responsable de sus decisiones. Creo que esta interpretación errónea explicaría la extraña reacción que tienen la mayoría de las mujeres cuando, apaleadas por sus compañeros, en lugar de ofensa sienten culpa. Una culpa que, en el fondo, responde al rol adjudicado de cuidadora de los hijos, sobre todo del más pequeño: su marido. La mujer sería considerada culpable si hubiera seducido y engañado a un niño. Pero entre dos adultos, esta culpa no es más que el fruto de la manipulación del «reino de la fuerza» que asigna a la mujer un rol, con la intención de fundamentar la historia humana en el abuso hacia el más débil. En este caso, es el rol de madre cuidadora del «cazador», que cuando no recibe de ella el amor incondicional de una madre, ofendido, la hace culpable de sus propios abusos. La historia ha hecho desaparecer el nombre propio de las mujeres y de sus identidades, sustituyéndolas por el magnificado rol asignado: el de paridora y cuidadora del cazador, el de madre.
La historia del reino de la fuerza
Después del relato del «pecado original», Caín, comparándose y compitiendo con su hermano Abel, para llegar a ser el predilecto del padre, será el primero en escribir la historia de los crímenes de la humanidad. La estructura competitiva de nuestra sociedad sitúa falsamente el triunfo y la derrota en el núcleo de nuestra vida. Construir una conciencia propia nos puede ayudar a sostener la derrota y relativizar los momentos de triunfo. Porque el verdadero éxito no es el triunfo social, sino el intento constante de ser persona, de ayudar el prójimo. Jesús, que se pone junto a quienes más lo necesitan, nos mostrará que la vida sólo tiene sentido amando. María, su madre, representa la mujer que, a pesar de conocer los peligros, confía en el amor por encima del miedo y incita al pájaro a levantar el vuelo.
Trabajos y placeres de Amor
Dicen que el saber no ocupa lugar, pero yo no he encontrado dentro de mí un solo rincón vacío para mi aventura que no haya sido reconquistado y defendido, a menudo en contra de los míos y de mí misma. Venimos de la imitación y la creatividad nos llama. O nos quedamos repitiendo patrones heredados o se nos acompaña hasta el momento de levantar el vuelo, hacia la posibilidad de ser uno mismo, creando una conciencia que nos permita hacer frente a la injusticia que aparece constantemente en nuestra vida.
Según mi parecer, toda libertad lo es en la medida que contempla la libertad del otro. No sólo mi deseo elige, también invita al deseo del otro y espera la respuesta. Crecer es estar en relación con este horizonte, pero la niñez marca, sin duda, lo que serán nuestras vidas. El niño no tiene todavía capacitad de discernir y recibe de los adultos que lo rodean su primera experiencia de lo qué es y es amor y libertad. Partimos de aquello con lo que hemos nacido y vamos hacia responsabilizarnos de lo que haremos, porque este peregrinaje de vivir es decidir a cada paso y asumir las consecuencias.
Sí hay un saber que no ocupa lugar, es el saber vinculado al amor. Es este saber amoroso el que nos hace libres, anchos, espaciosos, y nos da criterio para ejercer posicionamientos y acciones personales en relación a los hechos y a las personas. La libertad se asume, como decía Ramon Llull, frente a la elección de poner el bien común por encima del bien personal, que es el amor verdadero.
Este camino personal en relación a los otros, que es la vida, se ve impedido por una extraña dificultad de orientación que, según mi parecer, radica en diferenciar los ámbitos de la funcionalidad (del rol) del del amor y de la dignidad, para atarlos nuevamente y reconocer en este vínculo la auténtica orientación. Si « poeta y labrador soy – como se autodefinía el poeta Jacinto Verdaguer – hay que darle la azada al labrador y al poeta el Amor, sin disociar ni jerarquizar el vínculo fundamental entre ambos.
A menudo, aquel que nos alimenta el cuerpo con un salario, lo hace a cambio de una cierta esclavitud que malogra nuestra dignidad y libertad. Esta es la tradición estructural instaurada desde Caín y la manzana. Una estructura jerárquica por el uso de la fuerza y el abuso de confianza, que se empieza a construir desde la cuna y la familia, dejando a la vera del camino el verdadero lenguaje que nos hermana a todos: el amor.
Cómo surgió La Ceremonia de la Luz
El año 2009, el director del festival Ribermúsica, del barrio de la Ribera de Barcelona, me invitó a participar a una propuesta que quería poner en relación la diversidad: representar el diálogo interreligioso y cultural tan característico de este barrio. En mi primer disco en solitario (Laie, 2003), mi intención era cantar la diversidad, porque hay un lugar común en las necesidades del cuerpo y del alma. Y es precisamente el surtido de registros de mi voz, en diferentes idiomas y sonoridades musicales, lo que interesó al director del Festival. Cuando recibí el encargo: cantar canciones de todo el mundo en diferentes idiomas en Santa María del Mar, se me comunicó que la formación base para llevar a cabo esta fusión sería la Orquesta Árabe de Barcelona. Mi primera duda fue, desde el desconocimiento, si una orquesta de una cultura concreta podía sostener toda esta diversidad. Puse sobre la mesa esta inquietud y, viendo la empatía del director, propuse la alternativa de Dani Espasa como director musical y una elite de músicos con el talento y experiencia de la más variada diversidad estilística. Dani era la posibilidad real y poética de expresar mi anhelo infinito de comunicación. Él escuchaba mis historias apasionadas, llenas de imágenes, colores, movimiento, emociones…, y las canalizaba musicalmente.
Una vez establecida la formación base, que incluiría dos miembros de la Orquesta Árabe, apareció una duda angustiante; A pesar de que yo era una buena imitadora , cantar canciones de los cuatro continentes se me antojaba como una especie de Eurovisión, de Festival de la canción que no podía soportar. Donde quedaba la autenticidad? Aparentemente funcionaría, pero no en el fondo. La angustia respondía a este camino hacia mi interior, tan difícil y doloroso de recorrer, a este vínculo necesario entre lo que soy y lo que parezco, es decir, al intento de ser de una sola pieza. Cada día me acostaba deseando abandonar el proyecto, no encontraba salida a mis miedos ni interpretaba con esperanza aquella angustia. De repente, se hizo la luz! La imitación dio paso a la creación, a una idea propia, inspiradora de sentido: Las canciones que se cantan en todas las culturas y religiones son las de cuna ! Las de dar a luz la vulnerabilidad del cuerpo de un recién nacido!
Por otro lado, las canciones de mi cultura que representan dar a luz a la Luz de la conciencia y el deseo infinito —la trascendencia— son, por mí, las del «Llibre Vermell de Montserrat». Así se puso en relación el nacimiento físico con el espiritual, la tradición oral y escrita, las tres grandes religiones, mediante canciones de cuna, donde el cuidado del más vulnerable representa aquello que nos da la calidad humana.
La Ceremonia de la Luz busca el reencuentro de aquello que la fuerza ha dividido para vencer: el compromiso con un mismo y con el cuidado de los otros. Las canciones de cuna son la expresión manifiesta en todas las culturas de la ternura, del vínculo, del cuidado del otro, a través de la comunicación previa al lenguaje, la de los sentidos. Las canciones del Llibre Vermell de Montserrat son la expresión de un inspirado peregrinaje, perteneciente al ámbito territorial, histórico y cultural de Catalunya.
«Serás creado sin ti, pero no serás salvado sin ti» dijo San Agustín. Hemos nacido sin tener nada a ver en este nacimiento, pero la conciencia de vivir que dinamiza e inspira este regalo que es la vida, el poder ejercer la libertad de ser partícipes y responsables, la elige a cada paso el amor, a pesar de la adversidad. Este es el verdadero reto de vivir. María es el símbolo que a lo largo de «La Cerimònia de la Llum» representa la máxima dignidad, la orientación hacia este camino, como un referente de Amor y Libertad.
El ESPECTÁCULO
Ficha técnica y artística del directo
Lídia Pujol: Intérprete; Mohamed Bout Ayoub: Intérprete; Dani Espasa: órgano, clavicémbalo y teclados; Efrén López: Salterio, vihuela de rueda y laúdes; Mohamed Soulimane: Violín, Kamanjé; Pau Marcos: Viola da gamba; Míriam Encinas: Percusiones, viola y flautas de pico; Miquel Àngel Cordero: Contrabajo; Xavi Lozano: Instrumentos de viento; Aleix Tobias, Angelo Manhenzane, Martí Hosta: Percusiones
Roger Puiggener: diseño de luz; David Casamitjana: Sonido; Judit Vidal, Mireia Cusó: Escenografía y Dirección artística; Maria Reyes, Carles Romeu: Ayudantes de escenografía; Almudena Blasco, Francesc Massip: Asesores histórico-artísticos; David Ruano, Paco Amate: Fotografía artística; Raquel Calvo: Fotografía del directo; Núria Valls, Txell Sota, Xavi García: producción técnica. Dani Espasa: Dirección musical; Lídia Pujol: Dirección y dramaturgia.
Cuál es el mensaje que quiero compartir en esta ceremonia
La Ceremonia de la Luz es una reinterpretación personal de los símbolos mi cultura y religión. Es la expresión del encuentro entre cultura oral y escrita, pero también de la diversidad que comparte una misma orientación. Las canciones de cuna son la expresión manifiesta en todas las culturas, de la ternura, del vínculo, del cuidado del otro. Las canciones del Llibre Vermell de Montserrat representan la espiritualidad de nuestra cultura milenaria.
La Ceremonia de la Luz empieza congregando el público en un simbólico atrio de los gentiles, que será guiado en procesión al son de unos tambores hasta llegar al interior de la iglesia. El público se va sentando mientras los tambores continúan sonando a la espera de la estrella más resplandeciente: el sol, símbolo de vida.
Una voz en árabe nos convoca:
«Qué hacemos cuando no podemos vernos a nosotros mismos?
Ni cristiano, ni judío, ni musulmán.
Ni el este, ni el oeste, ni la tierra, ni el mar.
Ni la naturaleza, ni las estrellas del cielo.
Ni tierra, ni agua, ni aire.
Nada, nada podemos hacer cuando no nos vemos a nosotros mismos.»
(Adaptación de Lídia Pujol de un poema atribuido a Jalal al-Din Rumí, poeta sufí, s. XII).
Stella splendens, del Llibre Vermell de Montserrat, invita a toda la diversidad humana a venerar la Luz que nos ilumina por igual. A partir de este momento, el espectáculo será el intento constante de poner la infinita necesidad de la humanidad entera de amar y ser amados, por encima del miedo. Precedida por el sonido de la melodía principal que interpreta la tenora, María, símbolo de la máxima dignidad y orientación de este camino, entra en la iglesia mostrando el Libro de Montserrat. La grandeza sonora estalla en luz para invitarnos a la posibilidad infinita de nuestra finitud: el amor que vence a la muerte.
Con la canción de cuna sefardita Y una Madre, María se despoja de túnicas y de magnificencia y aparece de forma esencial y simbólica, como la relación entre el recién nacido y la mujer-madre. Lo que es esencial, pequeño, vulnerable, común a todo ser humano, se expresa musicalmente. Una vez presentada la vulnerabilidad humana que todos compartimos, la música anuncia un cambio modal, sonoro, lejano, extranjero y aparece «el otro», el diferente: Mohamed Ayoub y Mohamed Soulimane entran a escena solemnemente, cómo ha entrado María, pero con un carácter y expresión misteriosamente distintos. María madre, da la bienvenida a los musulmanes. El Dios cristiano y Alá se abrazan. Esta es la inviolabilidad de María, aquella que dice «sí» al Amor por encima de todo. En este encuentro, el ‘otro’, en vez de generar miedo nos aporta riqueza, posibilidad infinita y calidad humana.
Juntos, cantan el Ave Maria del Cuncti simus concanentes. La felicidad de la reciprocidad es un regalo, un milagro. Hay que invitar y esperar la respuesta libre del otro. No la podemos imponer. El Amor y la Libertad son una sola palabra y se expresan en la gratuidad del gesto.
La Nina i son germà nos habla de abuso en el entorno de máxima confianza del niño, uno de los temas tabúes de la humanidad. Esta canción denuncia lo que no es amor. La letra fue un hallazgo casi milagroso. Es una recreación extraída de cuatro diferentes versiones de una misma melodía y letras populares, procedentes de diferentes lugares del Mediterráneo. Las cinco estrofas seleccionadas evidencian el abuso al cual la mentira y la culpa someten al niño en nombre de un falso amor.
En Ara, es temps de dormir, María ve morir a su hijo en la cruz. El peligro se manifiesta: un terrible obstinato musical anunciando la muerte de Jesús en manos de los mandatarios más crueles. Ahora, es un recién nacido, ya llegará el momento del dolor.
En Ad mortem festinamus, la tentación vuelve a seducirnos con una manzana en la mano. La cuestión a cada paso de este camino es si decidimos por amor o por miedo. El ruido de las carracas, el ritmo, la fuerza de la propaganda nos aliena… Cae la noche, oscurece dentro y fuera. El anhelo de Luz se hace presente y desde una profunda intimidad brota la plegaria : Quan arribarà l’ albada?
Sobre la armonía de la pieza más preciosa del Llibre Vermell de Montserrat, Mariam Matrem, el musulmán nos invita a la oración y, juntos, cantamos cada cual desde su propia identidad y lenguaje.
Después de vivir esta comunión musical, la celebramos y proclamamos con la canción de la reina de los cuatro polos, Polorum Regina.
La diversidad, compartiendo una misma orientación, esparce los sueños más preciosos y tiernos entre toda la comunidad humana, con Sogna fiore mio, canción de cuna napolitana. María entra en escena ataviada con las túnicas que había dejado al principio, en la primera canción judía. La acción simboliza el encuentro entre la madre biológica y la espiritual: poesía y azada, cultura oral y escrita, amor y consciencia. María extrae de su cintura una cinta roja, símbolo de la sangre que nos hermana. Y terminamos La Cerimònia, como expresión de esta comunión, con la Canción de cuna árabe.
FICHA TÉCNICA DEL CD
Lídia Pujol: dirección y voz; Dani Espasa: dirección musical, arreglos de cuerda, órgano positivo, órgano del monasterio de Sant Llorenç de Morunys, clavicémbalo y teclados; Mohamed Ayoub Bout: voz; Efren López: salterio, arpa, viola de rueda y laúdes; Xavi Lozano: instrumentos de viento; Miquel Àngel Cordero: contrabajo; Pau Marcos: viola da gamba; Miriam Encinas: percusiones, viola de arco y flautas de pico; Mohamed Soulimane: violín, kamanjé, darbuka y laúd; Aleix Tobias: batería y percusiones; Angelo Manhenzane y Martí Hosta: efectos de sonido acústicos y percusiones.
David Casamitjana: grabación del directo al monasterio de Sant Llorenç de Morunys el 23 de abril de 2010.
Grabaciones y mezclas al estudio Espacio Montoliu de la Segarra el 2011; excepto las voces de Polorum regina y Y una madre, grabadas por Arnau Figueres en Sant Esteve de Palautordera el octubre de 2016.
Mezclas del disco: David Casamitjana y Dani Espasa. Excepto Alá Alá por Aniol Bestit.
Masteritzación: Aniol Bestit.
Producción musical: Lídia Pujol con la inestimable ayuda de Dani Espasa.
Iter Luminis. Camino de Identidad
El reencuentro con las propias raíces
«Poeta y labrador soy,
y en todo hago un trabajo tan limpio,
que labro como un poeta
y escribo como un labrador.»
Jacint Verdaguer
INTRODUCCIÓN
Sin saberlo, La Ceremonia de la Luz representó para mí un primer encuentro conmigo misma. Una experiencia estética que, de tan deslumbrante, quizás no me dejó ver que los fundamentos que la sostenían no eran bastante consistentes, que les faltaba una mayor conciencia. Quizás me faltaba mayor discernimiento entre las personas que entienden la vida más como una escuela de negocios que como una escuela de amor. Todos hemos recibido una cultura de la superficialidad, casi nunca orientada hacia una reflexión profunda y a una búsqueda de la calidad humana, que, como dice Marina Garcés, «pudiera convertir los individuos particulares, dominados por sus propios intereses, en ciudadanos libres, capaces de un punto de vista universal.»
Sin reparar en el camino que tomábamos, a pesar de las señales de peligro, fui realizando lo que me proponía mi mánager en aquel momento, intentando quedarme al margen de todo aquello que no fuera mi parcela artística, porque así era como decían que teníamos que actuar los profesionales. Cómo si yo no tuviera opinión sobre lo que decían los entendidos, como si tuviera que dejar mi vida en mejores manos que las mías. Cómo si «el papa y la mama» todavía se hicieran cargo de todo y yo sólo de cantar, soñar y crear artísticamente la manera de invitar a amar.
Más tarde, cuando toda la oscuridad salió a la luz, pude ver que el paisaje no tenía camino. Todo se quedó quieto, parecía muerto. Pero, poco a poco, empecé a seguir las señales y convites que la vida me ofrecía. Comprendí la necesidad de «referentes de Amor y Libertad», de maestras que tienen en su horizonte el intento constante de ser de una pieza, es decir, de hacer aquello que dicen, y que ponen el bien común por encima del bien personal. Personas que despiertan mi admiración y me invitan a buscar, a profundizar. A ser más, que no a tener más.
Aprendí que no podía sublevarme sin rebelarme primero. Inspirada por la coherencia de personas como Mayte Martín, Teresa Forcades o Santiago Auserón, inicié unas conversaciones musicales y escénicas con la intención de representar y compartir con el público este tan necesario referente que para mí era bueno: el descubrimiento de la dignidad y del Amor y, desde esta dignidad amorosa, implicarme en el deber de defender los derechos de todos.
En este punto de la historia, y por esta razón, empieza mi vínculo con Laura Rubio: una médica que conocí en las clases de Teresa Forcades, convencida como yo, que la palabra reveladora de nuestra maestra tenía que ser escuchada por todo el mundo. La exposición radical e impecable de las críticas de Forcades a la industria farmacéutica, al abuso de los poderes económicos y al servilismo interesado de nuestros representantes políticos y de los medios de comunicación me escandalizó y sorprendió de tal manera que decidimos grabar todas las charlas que hiciera y hacer la máxima difusión por internet antes de que fueran eliminadas. Y esto fue posible porque, a mi pasión, se sumó Laura con su solidez.
Cuando escuchaba Teresa pensaba: «Va de mártir, no le importa tanto su vida como la de los otros.» Cómo decía Zygmunt Bauman: «El mártir es aquel que se solidariza con un colectivo al que la mayoría discrimina, humilla, ridiculiza, odia y persigue; que pone la lealtad a la verdad por encima de cualquiera otro cálculo de ganancias o beneficios mundanos.». Mis conciertos empezaron a ser una tribuna musical para esparcir valores, ideales, amor, vínculos y proclamar que el único que nos salva y dignifica es el intento constante de llevarlos a la práctica. Creo que, por eso, Laura y yo hacemos un tándem poderoso, y es por eso que, para hacer este libro no hemos aceptado dinero de según quién, ni hemos permitido ninguna jerarquía, a pesar de que mi familia o la suya encuentren este posicionamiento inmaduro, inútil, ilusorio, que huye de la realidad. Para nosotros, la realidad es poética y quiere tener en cuenta no sólo los propios intereses sino también los de los otros.
Ángela Volpini y el disco Camino de Identidad
Paralelamente, el encuentro de mi voz dentro de espacios sagrados de arquitectura reverberante me seducía. Cada vez que entraba en una iglesia hacía una cata del sonido y cuantificaba el grado de «posibilidad infinita» de mi voz.
Durante un año recibí la bendición de ser una artista residente al monasterio de Sant Pau del Camp, en Barcelona, construyendo con mi voz el sentido de mi vida: la relación con los otros, el público. Lo hice partiendo de la resonancia elemental, la base del contrabajo de Miquel Ángel Cordero y la altura de mi voz en relación con el espacio. Esta experiencia de desnudez esencial me vinculó al placer que experimentaba con mi propia voz en relación con el espacio románico. Me remontó a cuando lo hacía por puro goce, y no como profesional, en la ermita de Sant Salvador del Coll de la Aguda, cerca de una casa de veraneo, en la Segarra. La experiencia profesional en Sant Pau del Camp me estaba preparando y fundamentando para la decisión que finalmente tomé: cambiar de vida, hacerla a mi medida, irme a vivir a una casa a la montaña con mi perro, cerca de esta ermita desacralizada del siglo XII, que me ayudaría a gestar la relación consciente con mi voz, para aspirar, con mi herramienta, a una comunicación de calidad.
Durante un año fui cada día a la ermita con mi perro. Iba en bicicleta haciendo vocalizaciones, calentando la voz para poder cantar a la llegada. Cada emisión de mi voz me retornaba aumentada y embellecida, y esto hacía que todavía quisiera más. El repertorio que trabajaba era de música sacra, adecuado al espacio sonoro y al tempo a que la reverberación «invita». Aquella relación, hacía que todo tomara una dimensión sorprendentemente más grande que yo misma y mi «control técnico».
Un día, yendo por los caminos de montaña de la Segarra, encontré un matrimonio y su hija. La conversación duró horas y se nos hizo de la noche. Aquellas horas dieron el fruto de un nuevo descubrimiento, que reorientaría nuevamente mi camino: el pesebre viviente de Ardèvol.
La representación del pesebre es una tarea común que hace trascender las contradicciones, las desavenencias, la diversidad de opiniones, y da como resultado una obra escénica de contenido y belleza compartida, de la que todos se sienten partícipes y orgullosos. La dirección artística es de un profesional de la escena, Marius Codina, y todos los que la posibilitan se dedican a otras disciplinas (carpinteros, electricistas, cosedoras…) o sencillamente son figurantes, venidos de toda Cataluña, llamados por la calidad del encuentro a todos niveles estéticos y de contenidos.
Me enamoré del resultado y de aquel vínculo. Y esto me alentó a llevar a cabo un sueño largo tiempo deseado, pero hasta entonces imposible debido a mi alienación: grabar un disco en la ermita que contemplara todo aquello que me hacía ser quién era en aquel momento, con las limitaciones, los mínimos recursos técnicos, y con la participación de la gente del territorio, tanto a nivel de producción como artístico. La finca de Cal Miramunt nos dejó ocupar sus tierras, Cal Martri puso el generador, Cal Millet lo transportó y dejó las estufas y el butano para calentar la ermita en un frio mes de febrero. Joan de la Petja aseguró los equipos de sonido poniendo un candado provisional a la puerta de la ermita. Eva hizo un llamamiento a la gente del territorio para participar cantando en el disco y se presentaron quince personas. Ensayamos allá mismo y, cuando todo estuvo preparado, se grabó el disco que acompañaría el libro de la autora italiana Ángela Volpini: «La cualidad humana. El deseo, la posibilidad infinita».
El Cor de Vallferosa y la comunidad de Iter Luminis
Aquella experiencia fue tan especial que decidimos fundar El Cor de Vallferosa, formado por persones no profesionales y dirigidas artísticamente por mí. Juntos comenzábamos un camino que a todos nos sorprendería profundamente.
Al principio, cantaban un labrador, un óptico, una actriz… una bellísima persona y erudito de la música, Josep Barcons, quien por sus calidades humanas y profesionales me empezó a ayudar en la dirección del coro. Había también una ilustradora, Eva Virgili, que después de largas conversaciones creó la imagen de promoción: una huella gravada sobre la silueta de cada iglesia, bordeando el camino recorrido. La primera gira de Iter Luminis se tituló Camino de identidad. La fotografía de Marc Javierre, hecha desde la cúspide de la torre de Vallferosa fue el fondo de la imagen promocional. Marc, movido por la curiosidad de toda esta historia, ha documentado gráficamente y durante todos estos años la experiencia Iter Luminis. Otro fotógrafo, Jaume Aragay, también se sumó durante un tiempo a la caravana. Este es un camino de gente que va y viene cuando quiere y puede.
Francesc Regàs, el historiador que me dio a conocer el monasterio de Sant Llorenç de Morunys, donde estrenamos La Cerimònia de la Llum, preparó una visita por iglesias y monasterios de Cataluña, para organizar pequeños conciertos, con la implicación de la gente del territorio en la producción y difusión, cuando no hubiera posibilitad de contratación. Así empezó mi conocimiento y la vinculación con mi pequeño país y las personas que lo viven, lo aman y lo quieren compartir. Empecé a ser consciente que yo, mujer de Barcelona, no tenía vínculos profundos con el resto de mi propio país, ni con mi propia identidad. Por sorpresa mía, descubrí que la investigación de mí misma pasaba por la recuperación y el restablecimiento personalizado en el ámbito artístico de mi propia lengua, historia, espiritualidad y patrimonio, y lo hacía más allá de la ciudad, la familia y la especialización de la profesión.
El mismo Francesc Regàs, con su generosidad, creatividad y conocimientos, junto con Laura de Castellet, gran comunicadora, musicóloga e historiadora, serían las personas que introducirían históricamente cada una de las ceremonias Iter de aquel año.
La implicación y la generosidad de otras muchas personas hicieron posible la gira Iter Luminis Camí d’Identitat: Dolors de Cal Martri nos proporcionó candelabros de hierro forjado para el atrezzo y nos dejó su furgoneta para transportar todo el material; amigos que nos regalaron un pequeño equipo de sonido y luces; Carme Ballet, una mujer extraordinaria que colaboraba en la producción y en todo el que fuera necesario; Cristina Subirats y Oriol Mora, que hicieron el diseño gráfico del cartel; Rosa Tor y Josep Homs, un matrimonio que ha iluminado desde el primer momento esta aventura….
La calidad humana de los compañeros de Iter
Iter Luminis es también para mí la toma de conciencia de que enamorarse, la novedad, la fascinación y la posibilidad de amor, son el punto de partida de lo que verdaderamente me importa. He aprendido que no tengo bastante con un buen músico, por increíbles que sean sus dotes interpretativas. Lo sé porque los músicos con quienes me he relacionado a lo largo de estos veintitrés años de profesión, después de enamorarme de ellos artísticamente, me han enseñado lo qué es el Amor con su actitud personal, sus acciones en grupo, la generosidad ante tantísimas circunstancias adversas.
Para mí compartir escenario representa un acto de una intimísima intimidad en público. Es puro anhelo de establecer un vínculo, de comunicar, y lo deseo no sólo de la cantante, sino de todos los intérpretes con los cuales comparto este espacio sagrado. Cuando voy a un concierto y no siento que el intérprete vaya más allá de su relación con el instrumento, por genial que sea, prefiero escuchar música cómodamente y con un buen equipo de sonido, en casa. Todos quienes me acompañan tienen también este deseo y así lo expresan.
Siempre amplificando, ensanchando la capacidad de acogida de las cosas tal como son, es lo que Miquel Àngel Cordero me ha regalado una y otra vez.
Cantar acompañada de Pau Figueres es algo que no se puede describir con palabras. Lo conozco y disfruto desde que tenía doce años y, para trabajar con él, lo he esperado hasta los dieciséis porque, como decía su padre y maestro Joan Figueres, no fuera considerado «explotación infantil».
Marta Reixach fue un regalo de aniversario! Unas amigas me invitaron a una experiencia sonora y vibracional en mi cuerpo que nunca podré olvidar. El sonido del gong sinfónico en la tubular ermita de Sant Salvador del Coll de l’Aguda y del monocordio resonando encima de mi cuerpo, han marcado mi persona, pero todavía más quién me lo ha hecho vivir.
Mayte Martín me habló por primera vez de Guillermo Rizzotto y, cuando Mayte canta o habla, imagino que incluso los pájaros suspenden el vuelo para escucharla. Efectivamente, Guillermo no sólo expresa vida y amor a cada nota, sino que es una persona que busca a cada instante llenar de amor su vida.
Ya os he explicado como con unas pocas notas caí de rodillas ante en Dani Espasa, pero todavía es más espectacular verlo cómo potencia lo mejor de cada los músico con quien lo he visto relacionarse.
La primera vez que vi y escuche a Xavi Lozano también fue sobre un escenario. No podía mirar ni escuchar nada más. Esto puede ser un problema de foco escénico, pero en mi caso, que me siento devota de la belleza, es un estímulo y una oportunidad de canalizar el deseo de querer que todo el mundo lo escuche, lo mire y aprenda a jugar. Este es uno de los grandes regalos de mi trabajo: disfruto y admiro tanto a quienes me rodean, resueno con su poesía de tal manera, que siento que soy ellos.
También Mohamed Ayoub y Mohamed Soulimane quiénes, en su momento, en La Ceremonia fueron generosamente admirables, y han llegado a ser como hermanos. El reciente viaje a Bujía en misión de reconciliación de los agravios entre Ramon Llull y el mundo árabe, ha sido una preciosa oportunidad para compartir nuestro tiempo y, con su mano extendida, profundizar en su mundo.
En Iter Luminis las jornadas de trabajo son intensas y todos hacemos de todo. Hay que adaptarnos a las posibilidades de cada espacio; las pruebas son largas; trabajamos con personas no profesionales con las cuales hay que hacer un pase antes de cada concierto para estabilizar voces y movimiento escénico y a menudo la precariedad y las dificultades lo convierten en un reto. Aniol Bestit que ha personalizado técnicamente cada iglesia con su sonorización en relación a la ceremonia Iter Luminis, ha sido fundamental para experimentar la diversidad sonora de cada lugar. David Jounou fue quién, en ocasiones, tomó el relevo y, finalmente, quién aceptó el reto de sonorizar la gran noche de la Torre de Vallferosa y después continuó acompañándonos en este camino. ¡Sólo pienso en David y ya canto mejor!
A Oriol Marimón, que reúne en su apellido los misterios sonoros del mar y del mundo se le parece, es un gran técnico de sonido, junto con Quim Pla, fueron los que sonorizaron e iluminaron el primer concierto de voz y contrabajo en la iglesia de Santa Maria de la Seu de Ègara. Fue tan precioso lo que vivimos, que decidí que lo que brotaba de mi relación con el contrabajo de Miquel Àngel tenía que ser transmitido y compartido. Aquella noche plantábamos la semilla que germinó y dio a luz este Iter.
Francesc Regàs y Carme Ballet me acogieron y espolearon mi vuelo como una auténtica madre. Regaron y abonaron mi “arbret” hasta que yo misma, con el regalo de su confianza, me transformé en pájaro, y juntos hemos volado lejos. Verdad?
Una persona que ha tirado de este carro, con todas sus fuerzas, ha sido Maite Ojer. Una mujer apasionada que se deja la vida en aquello que cree y admira. Su trabajo guiando y dando herramientas a personas ajenas a la profesión escénica ha sido valiosísimo.
El Cor de Vallferosa es la oportunidad de la auténtica aventura de este camino. Para aspirar al conocimiento relacional de la diversidad humana, he invitado a compartir el escenario a personas que tienen sus talentos puestos en otras disciplinas. Esto, hace un tiempo, era del todo impensable en mi vida. Cuando conocí Teresa Forcades y despertó en mí la reveladora admiración por su mensaje, lo que más me sorprendió fue que viviera con treinta y cinco mujeres que no había elegido. La escuela de Amor de Sant Benet de Montserrat, a la cual pertenece, ha sido y es para mí una inspiración que me invita cada día a relacionarme con los otros desde una apertura, en la que el deseo y la fascinación son el impulso para levantar el vuelo hacia un horizonte compartido.
Y Laura Rubio – La Santa dice: «Hijas mías no hagan torres sin fundamento. Que el Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor cono que se hacen.- Pues bien, ella es el «fundamento» de esta torre. No tengo palabras para describir la posibilidad infinita de su deseo y la gratitud que brota de este camino que compartimos.
Aromas
El aroma característico de cada lugar sería también protagonista de cada concierto. Una de las cosas que pedimos a la hora de formalizar la cooperación que posibilita cada Iter, es que se recojan plantas aromáticas y se corten en pequeños trozos, cubriendo el suelo de las iglesias. Cuando el público entra y las pisa, el aroma sube y ensancha desde dentro para recibir de fuera. A veces romero, otros espliego, tomillo… Sumar el sentido del olfato a esta experiencia ha sido realmente inspirador.
Alimentar el cuerpo y el alma
Cómo he comentado anteriormente, las clases en la escuela de Amor, de Sant Benet de Montserrat, con Teresa Forcades, son el pan que me alimenta. Me ayudan a desenmascarar las palabras esenciales y fundamentales de mi Vida y a dotarlas de un nuevo significado. Del «mercadeo» del amor, que tanta contradicción había generado dentro de mí, a la «gratuidad» del amor, que por resonancia amplifica mi espacio interno, y me invita, desde su origen, a la modificación constante de todo el resto de mi vida.
La idea de este «camino de luz» nació en el monasterio de Sant Benet de Montserrat. Con la actual abadesa, Maria del Mar Albajar, proyectábamos hacer un ciclo de conciertos en el monasterio y pensamos que podían colaborar empresas que tuvieran un código ético basado en la calidad humana y del producto. Enric Barbany, entonces director de Vegetalia, fue la primera persona que reconoció como valiosa la propuesta y Salvador Sala, propietario de la empresa, estuvo de acuerdo. Finalmente, aquel ciclo no se pudo celebrar, pero el hecho de que el empresario valorara con dinero la calidad de la propuesta, aquel regalo de autoestima, reafirmó mi convencimiento que tenía que poner mi voz al servicio de esparcir unos valores éticos, no sólo estéticos y mercantiles. Quería, con armas poéticas, formar parte de la lucha por un mundo mejor que mis referentes encabezaban.
Aquello que no había cuajado a Sant Benet se concretó y enriqueció fundamentalmente el Iter. Una vez más, «ser de una pieza» se manifestaba en las obras de personas que hacían del producto de sus empresas una tarjeta de presentación personal, de dignidad, conciencia, calidad, proximidad y cuidado de los otros. El aceite biodinámico Peccatum7 fue el primero que empezó a seguir la caravana Iter. Enseguida se añadió la cerveza artesanal de la Fundación Casa Dalmases, el vino de la cooperativa La Olivera de Vallbona de les Monges, etc. Y en cada lugar particular donde se celebraba un Iter, se añadían aquellos productos locales que tienen este distintivo personal y de calidad.
Cada Iter es un pequeño acontecimiento que da a conocer, en un contexto patrimonial, artístico, emocional y de valores, productos que tienen una verdadera razón de existir, que son los frutos de la calidad humana. Estos, pero, no «salen por la tele», no pueden ser promocionados en los medios porque, a pesar de que los calificadores de aceite consideran unánimemente que el aceite biodinámico ‘Peccatum7’ es sublime, sólo una multinacional puede permitirse el precio de un anuncio de televisión.
La identidad, la coherencia, la calidad, compartir. Estos eran, sin saberlo todavía, los cuatro polos que orientaban las huellas de este camino de construcción de una conciencia personal y colectiva.
Reliquias de amor
Fue en aquel estado de milagro constante que aproveché para poner en juego todos los deseos que, hasta aquel momento, mi entorno y yo misma considerábamos de poca importancia: los valores que inspiran las acciones, la calidad de los productos, el intangible de los aromas y un pequeño objeto que nos recordara la experiencia vivida. Quería que cada persona del público se llevara un recuerdo físico y aromático de la experiencia de relación artística y personal que supone cada Iter. Bauticé este objeto con el nombre de «Reliquia de Amor».
Partiendo de una idea de Eva Virgili, fue la pequeña factoría de jabones Ensabona’t, de Claret, quién apoyó con material y aromas las reliquias que a cada Iter Luminis la gente se llevaba: un retal de algodón, empapado de aroma de romero, con el sello estampado de la ilustración de cada lugar, enrollado y atado con un cordel y un cartón que llevaba escrito: Poeta y labrador soy. Todas las manipulaciones necesarias para conseguir cada reliquia, las hacían las personas de El Cor de Vallferosa.
Al año siguiente fue Jordi Vilar, de Materiales de bioconstrucción de Solsona, quién hizo, una por una, las dos mil setecientas ochenta cuatro piezas que se repartieron durante el segundo año de gira. Eran piezas de madera de enebro, pirograbadas con la silueta de la Torre de Vallferosa.
El tercer año han sido unos pequeñas y mágicos espirales de cera pura de abeja hechas por Vita Levis, y también preparadas por El Coro de este año.
Espacio y sonido
Laura de Castellet. Historiadora
«Los edificios sagrados están concebidos para tener una experiencia espiritual, y en las iglesias medievales, esta experiencia se da a través de la Palabra y del canto, el lenguaje que permite comunicar los hombres con la divinidad. El edificio de la iglesia siempre es creado para que el sonido, declamado o musical, tenga su espacio. En algunos casos, como las iglesias de monasterios donde el canto es cotidiano, se aplicaran los pertinentes conocimientos de geometría, música, aritmética y experiencia en acústica con objeto de crear espacios de una sonoridad perfecta, pero incluso cualquier parroquia aislada tiene su propia sonoridad. Cada cueva, como un útero acogedor, es única.
Será pues el usuario de la iglesia quien establecerá un diálogo con las características sonoras del edificio. Hay iglesias que aceptan mejor un tipo de canto que otro, hay parroquias en que el coro del pueblo ha adaptado sus cantos al espacio y monasterios en que la comunidad se ha acomodado a cantar, desde un lugar u otro, en función de la reverberación del edificio. Los techos de bóveda, como si fueran una campana, devuelven el canto en un eco determinado (una cuarta, una quinta, unos armónicos…), que vestirá la simple emisión de notas del cantor y las convertirá en Palabra. Es el sentido musical y la cotidianidad con el sonido del edificio aquello que enriquecerá el resultado sonoro del canto.
Lídia ha establecido su diálogo con su espacio. Ha encontrado el modo adecuado, el eco para el cual se concibió, la respuesta sonora de su geometría. La familiaridad con la alargada nave y la bóveda de cañón de San Salvador ha enriquecido su canto y su dimensión comunicativa. La iglesia —el San Salvador, aquel quien nos recuerda la capacidad de salvarnos— también se ha enriquecido con la cotidianidad de las ondas sonoras. Ni la una ni la otra serán ya las mismas».
Iter Luminis. Trabajos y placeres de Amor
Un compromiso con la comunidad humana
Encontró el amigo un hombre que moría sin amor.
Y preguntó a aquel hombre por qué moría sin amor.
Y aquel hombre respondió que nadie le había dado conocimiento del amor
ni lo había instruido a ser amador.
Ramon Llull
Que solo amor es el que da valor a todas las cosas, y
que sea tan grande que ninguna le estorbe a amar,
es lo más necesario.
Teresa de Jesús
INTRODUCCIÓN
Iter Luminis, como la vida, es una aventura dinámica y las personas mostramos quién somos según la calidad de nuestras relaciones. Tomarse seriamente este «formar parte de», es el gran reto de la humanidad. Sé que da vértigo, que a menudo no conseguimos encontrar el momento, las palabras ni el tono adecuados, y decir lo que pensamos y sentimos parece estéril o contraproducente, pero mí elección es clara: quiero mirar la vida tal como es, reflexionarla y sostenerla más allá de lo que puedo entender, pero nada es realmente posible si no ve la luz, si permanece en silencio.
Conocer la verdad de otro sobre uno mismo puede dolernos, porque deseamos gustar. Pero si no se trata de tener la razón, porque somos únicos y diferentes, de que se trata? Esta es la cuestión. Cuántas veces me he sorprendido a mí misma preguntándome por qué he dicho o hecho esto o aquello. Peregrinar este desconcierto intelectual nos hace crecer en intuición; y participar de este camino compartido, asumir el difícil y tan necesario trabajo y placer de la cultura, que nos hace ser personas únicas y universales, a la vez que locales y del mundo.
Sé que el compromiso que, tanto como puedo, adquiero, es una utopía, pero como decía Joan Fuster: «El afán para propiciar una “libertad” y una “paz”, que sólo puede proceder de la idea de no considerarnos “separados”, es ya una preparación para la victoria.»
Cuando alguien expresa lo que le hace daño, el otro puede hacer su proceso. Cuando juzga o miente no hay nada más, sólo la elección de la manzana del paraíso bíblico. Es únicamente en las relaciones donde podemos encontrar la posibilidad infinita de ir siempre más allá de nuestros miedos e inseguridades. Máxima atención, duda y perdón. No hay nada más.
La seguridad es una falacia, y el control todavía más. Si Llull dice que el Amor son trabajos y placeres, Rilke afirma que el Amor consiste en que dos soledades se defiendan mutuamente, se delimiten, y se rindan homenaje. Poner límites es, para mí, de las tres acciones la parte más difícil, porque nos han enseñado a obedecer sin nuestro consentimiento profundo, sin reconocer el tiempo que cada persona precisa para saber de sí misma en cada ocasión; sin tener en cuenta nuestra dignidad, sólo la relación que establece el poder con el miedo y la necesidad de ser amados.
Desde que empezó este camino, en 2010, ha pasado de todo, y por el han circulado muchas personas. Para mí, todas ellas son regalos que se dedican a otros trabajos y tienen otras circunstancias y prioridades; y es el equilibrio entre estas y el compromiso que toman con el Iter, el punto de afinación de este vínculo. La autoridad de las personas sólo es real cuando alguien se la reconoce, y este reconocimiento siempre es un proceso. La obediencia, cuando es consciente y consentida es preciosa, es haber encontrado un maestro de quién aprender aquello que admiramos. Por eso, creo que es importante que profundicemos en estos términos de afinidad íntima y personal con la autoridad, para diferenciarla del autoritarismo o de la tutela que necesitan las niños y que a menudo se perpetúa en los adultos. Hay que profundizar, para tenernos siempre en cuenta en toda relación. Es así como yo, hoy, entiendo la dignidad en comunidad.
Un camino de puertas abiertas
Este es un Iter/camino de puertas abiertas. Entra y sale quién quiere, y cuando quiere, teniendo en cuenta el deseo, el compromiso con el proyecto y las circunstancias personales. Los conflictos y las frustraciones son trabajos que pueden posibilitar lo que verdaderamente somos: Amor, el único que nos hace felices.
Las afinidades entre personas son regalos del cielo, como cuando uno se enamora. Pero el Amor no excluye nadie, acepta las cosas tal como son, tanto si del vínculo surgen trabajos como placeres.
A veces, bien querríamos enamorarnos de aquello que más nos convendría, pero ya sabemos que estas cosas no van así. Nos enamoramos para aprender, para crecer en dignidad, para compartir, para dejar las puertas abiertas a la libertad del otro. Pero aceptar la dificultad de las cosas tal como son es también compartir. A veces, la distancia es la única forma de compartir preservando el honor y la dignidad.
En busca de nuevas formas de compartir: Encuentros de Creación.
En las trobades de creació invitamos a todo el mundo a trabajar intensamente y de manera muy concentrada, la forma y contenido de la ceremonia Iter Luminis. Las magnificas instalaciones del Casal La Salle de Veciana, habitaciones, estancias, salas de trabajo, silencio, naturaleza, el cuidado amable de las personas propician un espacio y un ambiente perfectos para estimular la creatividad.
Cada encuentro son tres días de creación intensiva que tienen que posibilitar formar parte del Coro del espectáculo Iter Luminis. Se trabajan las voces, los cuerpos y la razón que los inspira. También la conciencia de aquello que no se ve y posibilita la estructura del espectáculo: las tareas de producción, difusión, montaje y desmontaje.
Proponemos un trabajo integral de expresión artística, fundamentado en la comunicación de valores y la relación de la persona con la comunidad. Compartimos una misma orientación vital y personal de vivir el arte, además de intercambiar experiencias y conectar con diferentes profesionales de las artes escénicas.
Las personas que forman el equipo que ha guiado los diferentes Encuentros de Creación de los años 2015-16 son:
Movimiento escénico: Maite Ojer, directora y pedagoga en artes escénicas.
Trabajo de voz: Maria Ugarte, violinista y profesora de música. Joan Figueras, músico y compositor. Maria Josep Besson, profesora y formadora de voz y musicoterapeuta.
Producción: Laura Rubio.
Dirección del espectáculo y trabajo de voz: Lídia Pujol.
La Escuela de Soñadores.
Sueño que, en el país que yo quiero, se cambie la formulación de las preguntas que hacemos a los niños y niñas, y en vez de preguntarles: «¿qué quieres ser cuando seas mayor?», les preguntaremos: «Y tú, cuando seas mayor, que harás porque este mundo sea más justo y solidario para todos». L’Escola dels Somiatruites ha sido una iniciativa de Escuela de Amor, para niños de 9 a 14 años. Inda Dalmau, de la Pobla de Cérvoles, ofreció Cal Gort, la casa de colonias que dirige, para la prueba piloto de esta escuela. Finalmente la llevamos a cabo en las magníficas instalaciones de l’Auró de la Segarra, que dirige Leila Ribes. L’Escola dels somiatruites, contó con un equipo docente de primera: la escritora Bel Olid, la pedagoga teatral Maite Ojer, la cocinera Montse Martínez y la violinista Maria Ugarte. El proyecto, que tuvo lugar en julio de 2015, tenía como objetivo que los participantes experimentaran con la creatividad y buscaran maneras de ponerla al servicio del bien común. La experiencia quería ayudar a los participantes a plantearse su relación con el mundo y su vocación personal, y ofrecer un espacio donde poder disfrutar el proceso creativo, guiados por profesionales que han hecho del arte una manera más respetuosa de vivir.
El ESPECTÁCULO
Ficha técnica y artística del directo
Lídia Pujol: voz; M. Àngel Cordero: contrabajo y voz; Guillermo Rizzotto/Pau Figueres: guitarra; Marta Reixach: gong sinfónico, sruti y monocordi; Xavi Lozano: flautas, percusión, espacio sonoro, voz; Jaime Abascal: voz; Mohamed Ayoub: voz y laúd; Mohamed Soulimane: violín, kemanje, panderos; Sandra Ballbè: danza.
El Cor de Vallferosa: C. Abril, L. Adell, J. Albarracín, M. de Amore, J. Barcons, C. Besson, MJ. Besson, A. Bonet, L. de Castellet, G. Centeno, M. Cristina, C. Fernández, J. Gispets, N. Godoy, R. A. Guivernau, S. Tiza, N. Lorente, M. Lloret, MJ. Maiquez, M. Marsellach, A. Mascarella, C. Montoriol, M. Morales, M. Morera, A. Navalón, M. Peccata, R. Pino, M. Pola, M. F. Pons, G. Pujós, M. Rovira, L. Sagarra, N. Serarols, J. Servitje, M. Sivila, D. Solano, R. Soriano, A. Sunyer, S. Tocco, A. Torrents, L. Tomàs, S. Viaplana, X. Vendrell, E. Virgili.
Aniol Bestit / David Jounou / Oriol Marimon: diseño de sonido; Laura Rubio / Quim Pla: diseño de luces; Marc Javierre Kohan: fotografía; Eva Virgili: ilustración; Romà Escalas: asesoramiento musical; Maite Ojer: apoyo actoral del Coro; J. Barcons: co-director del Coro de Vallferosa 2014-2015; Eva Martínez: co-directora del Coro en la Torre de Vallferosa; Joan Figueres y M. Josep Besson: dirección de voces del Coro 2016; David Valls: vestuario Lídia Pujol; Harbort Leather Design: vestuario M. Àngel Cordero; Tejedores: complementos de vestuario; Marisa Lloret: confección de los sayales de los monjes; Liliana Tomàs y Sandra Ballbè: regidoria 2016; Laura Rubio: producción; Lídia Pujol: dirección.
Qué mensaje que quiero compartir en esta ceremonia
Iter Luminis es un camino para tomar conciencia que sólo el amor —que no es sólo un placer, sino también un trabajo— da sentido a todas las cosas. Tiene la voluntad de hacer vivir el arte, el criterio, la espiritualidad y la emoción como herramientas fundamentales en la construcción de una nueva estructura y sensibilidad social, sin disociar las necesidades físicas de las del alma.
Abrimos las puertas de un espacio físico y sonoro sagrado con el gong sinfónico, que anuncia la concreción de lo universal con las palabras de Ramon Llull: Durante cuarenta y cinco años… La guitarra se convierte en una mano de luz cuando Teresa de Jesús reconoce La ceguedad de disociar el propio beneficio del de los otros, la voluntad y el compromiso personales con la comunidad.
‘He mirado esta tierra’ es la oportunidad de mirar a cada persona, de reconocer y compartir un punto de vista particular que va más allá y se expresa con una mirada de complicidad. Aquel quien está muy arraigado al amor tiene la fuerza de mover montañas. Ahora es tiempo de dormir, habla de los peligros de elegir la Justicia. Quien no ha tenido miedo de mostrarse tal como es, de decir la verdad cuando no conviene? Quien no ha dejado de sentir en algún momento este miedo? ¿De qué sirve tanto andar y andar, si no es para ser un mismo en relación de amor con el otro? Para fundamentar esta búsqueda, Alma buscarte has en mí, la propia intimidad se relaciona con una intimidad más íntima todavía.
Ondas de mar representa la desesperación ante la pérdida. La fuerza del mar engulle al hombre y escupe harapos y huesos de mástil. Desde lejos, dos voces cantan. Una fábula, la otra trasciende la muerte. Desde el acantilado las madres claman, desde el fondo del mar las almas responden. Amaina la tormenta y la mar vuelve a tomar su calmada apariencia.
La guitarra anda y una pequeña estrella sonora de kalimba señala la orientación. Los caminos exigen pasos de Perseverancia ante la adversidad. Las lágrimas del molinero son la expresión de la dignidad de Mariam Matrem.
Musicalmente, seguimos andando, tomando conciencia que el país más pequeño es mi cuerpo y es desde esta particularidad que formamos parte de una comunidad que pertenece en un territorio de cultura y lengua propias. Este País pequeño, rico en diversidad, lo representan también el violín y el laúd musulmanes.
Cantaba la alondra, de Bernat de Ventadorn, en el jardín del Amado, llegó el amigo y le dijo al pájaro: Si no nos entendemos por el lenguaje, entendámonos por amor. Sólo el Diálogo constante con la diversidad que comparte una misma orientación por el bien común puede construir una verdadera persona y un verdadero país. El diálogo entre Ramon Llull y Teresa de Jesús toma ritmo en Cuando considera todas las cosas de este mundo, para decirnos que todo lo que no es el amor que Vos, Mujer y Virgen, Santa Maria, no es nada.
Es entonces cuando la huella ligera de la pieza anterior se transforma en galope en el Polorum Regina, la reina de los polos. El musulmán toma las melodiosas bridas de esta magnífica canción del Llibre Vermell y con toda confianza despliega sus alas encima de un caballo de guitarra, hasta que el bordón del contrabajo toma tierra y nos hace saltar por encima de las montañas de Montserrat… de lejos suena un coro de corazones…, los ángeles se maravillan de la libertad humana, cuando elige el Amor.
Igual que el pan nuestro de cada día, haber dado a luz a la Luz de la conciencia no nos ahorra seguir perseverando contra la tentación de hacer las cosas por miedo. Hay que seguir eligiendo a cada cruce entre La virtud y el linaje. Ad mortem festinamus quiere recrear un mundo sonoro banal, donde la apariencia esconde monstruos que cosifiquen las personas y las reducen a la funcionalidad. El órgano, los huesos, la seducción, nos sitúa ante la «manzana» de la actualidad e invita a elegir lo que ponemos en nuestro horizonte último: si ser o tener.
La fuerza del mensaje del Cristo de los piojos —librad de la mala gente este sayal, libradnos de cualquier mal— toma la máxima expresión cuando la diversidad se reúne con una misma orientación: enfrentarse a la injusticia.
Hay gente que va sola por el mundo, sin amor, entre amigos que no lo son. Nuevamente con siglos de diferencia, los poetas Llull y Vergés dialogan.
Epílogo: Una profunda melodía nos pone en relación de intimidad reflexiva, nos despide y desea un provechoso camino de luz recordándonos que La humildad es andar en verdad.
Iter Luminis. Un camino de cooperación.
La orientación
Recuerda que la Divinidad es la verdadera identidad del hombre.
No se la puede vender a cambio de oro, ni amontonar,
como hacen hoy con las riquezas del mundo.
Los ricos han abandonado su divinidad para aferrarse a su oro,
y los jóvenes han olvidado su Divinidad y persiguen
la autoindulgència y el placer. (Kahlil Gibran)
INTRODUCCIÓN
¿Qué sentido tiene un proyecto que habla de compartir en un mundo basado en la competitividad? Iter Luminis es una representación artística que busca visibilizar la calidad humana en toda su diversidad. Todas las personas y empresas que participan en este proyecto, lo hacen para dar a conocer el compromiso activo con unos valores, y representarlos artísticamente con la voluntad de compartirlos con el público, junto al deseo de alcanzar un mundo más justo y solidario para todos. Con Iter Luminis, celebramos y recordamos la Luz que orienta nuestros pasos, e invitamos a compartir y dar a conocer los productos de aquellas personas y empresas que no disocian el propio beneficio del de los otros, que no fundamentan su actividad económica en la competitividad, que cuidan el medio ambiente, que velan por la calidad del producto, el consumo de proximidad, las condiciones de trabajo, con sensibilidad hacia las personas con riesgo de exclusión social… Los signos de los tiempos reclaman el compromiso entre palabras y hechos, el paso del proyecto del poderoso al proyecto de la comunidad. Nos unimos los pequeños porque defender estos valores y propagarlos a través de esta ceremonia artística es nuestro compromiso.
Más que una cantante me considero una intérprete, una comunicadora, y mi lenguaje es universal: la música, el alimento del Amor decía Shakespeare. Quiero cantar y canto por un mundo real y poético. Precisamente aquel que representan, para mí, las personas y empresas que nos acompañan. Dentro de lo posible, llevan a cabo sus ideales y son, contra todo pronóstico y cálculo, la prueba que este mundo real y poético existe. Mi canto tiene sentido en la medida que expresa este horizonte común compartido.
Supongo que, por mucho que entienda las palabras y sean un reflejo más o menos simpático pero real del valor que tiene la cultura en la sociedad que vivimos, siempre me afectarán las de mi abuela, cuando después de haberme visto actuando en la tele, en palacios y teatros, mirándome a los ojos me decía: Y tú, niña, ¿cuando piensas trabajar? Porque esto que haces no es trabajar. ¡Coge la azada y verás lo que es trabajar! Reconstruir esta disociación entre la azada y la poesía, que me viene de cuna y la sociedad propicia, es mi mayor tarea.
Días memorables
La primera vez que conocí a Jordi Vilar fue como clienta. Acompañando a unos amigos a comprar material para aislar del frío mi casa. Su atención, la forma como nos explicó, su mostrar y acompañar, me hizo sentir ganas de cantar sobre el mostrador al descubrimiento que acababa de hacer: que incluso en el mundo de la construcción podemos encontrar la más alta poesía. La palabra y el gesto con que nos describió la calidad de sus materiales, suavizaba la piedra.
Quedé cautivada para siempre el día que Belen Jürschik y en Ramon Melgosa de la cerveza de la Fundación Casa Dalmases y el chocolate La Vall d’Or me presentaron a las personas con quienes trabajan en el edificio histórico de Casa Dalmases de Cervera. O el día que Montse Martínez del aceite Peccatum7 se ofreció a ser la primera marca que acompañaría la expedición del Iter e, inmediatamente, se convertía en el aceite de mi vida. El día que conocí a Enric Barbany, entonces director de Vegetalia, que fue quién dio credibilidad económica a la propuesta de que sólo las marcas que asociasen la calidad humana a la de su producto podían apoyar al ciclo de conciertos que proyectábamos al Monasterio de Santo Benet. El día que Carles de Ahumada me mostró la Asociación Alba en Tàrrega y La Cooperativa l’Olivera de Vallbona de les Monges y decidió enfrentarme con la realidad de Guatemala, que él tan bien conocía. El día que, volviendo de Guatemala, al acabar un concierto se acercó en Toni Garcia de Vita Levis y me ofreció unas candelas preciosas diciéndome: «Hago velas de cera pura de abeja, he visto tu espectáculo y querría iluminarlo con mis candelas.» Y así ha estado desde entonces, incluso elaborándolas en directo.
El día que Judit Vidal, quién había hecho la dirección de arte de La Ceremonia de la Luz, y su compañero Iván, recreando sus vidas, me invitaron a inaugurar la primera tienda Granel en Girona.
El día que entré a una tienda Teixidors de Terrassa y me dirigieron a su director Jordi Purra quién, después de escuchar el proyecto, nos cedió el vestuario del Coro de Vallferosa para toda la gira de verano.
El día que fui a ver a David Valls, movida por la calidad de sus materiales de punto, su hija Ingrid y su compañero Rodrigo me ayudaron a visualizar y decidir el vestuario de una María contemporánea con el que estrenaríamos La Cerimònia de la Llum en Sant Llorenç de Morunys y su evolución en diferentes capas de ropa para Iter Luminis.
El día que cambié de vida viniendo a vivir a la Segarra y el Solsonès, la primera revista que me regaló la ilustradora y cantante del Coro de Vallferosa, Eva Virgili, fue la del Territorio de Masías l‘Arada y quedé maravilladla de los contenidos, que preservan y dinamizan la identidad y las costumbres del territorio, y de la elegancia del diseño. El día que, después de un concierto en el Miracle de otra cantante del Coro, tomando un té en el nuevo restaurante del Miracle, reencontré a Manel Casanovas quién, después de ejercer un cargo en la dirección de turismo de Barcelona, había cambiado su vida, tanto o más que yo, y ahora lidera este proyecto extremadamente «religioso» si hacemos una interpretación original de la palabra, un proyecto agro social que acerca la ecología a los productos elaborados por personas con discapacitados y a pequeños productores. El día que, saliendo de una jornada sobre las enfermedades del alma, porque «no solo de pan vive el hombre», tuve una larga conversación con Esther Borrego, trabajadora social junto a los más desvalidos. No podía imaginar que dentro de aquella elegante apariencia hubiera alguien que, en primera línea de la calle, transita y coge la mano de los más olvidados. Ella también había hecho un giro de trescientos sesenta grados en su vida: Antes de sentir la llamada del bien común, trabajaba en el Banco de Sabadell.
El día que Josep y Patricia posibilitaban, con todos los recursos de que disponían, la representación de La Cerimònia de la Llum y aquel día que, en presencia de las autoridades civiles y eclesiásticas, bendecía y yo también con una canción, su sueño de la Manzana de montaña Bio Lord, en Sant Llorenç, ambos, han marcado radicalmente mi vida. Ellos dispusieron el inicio de todo este camino que, desde el 23 de abril del 2010 hasta hoy, he transitado. Ellos, desde El Monegal, tierra de monjas (monja etimológicamente significa ser de una pieza), invitaron al estreno de La Cerimònia a Teresa Forcades.
Epílogo: ¿Y ahora qué?
(Tríada)
El mensaje que busca el infinito en la finitud de cada día
Laura Rubio (Médica y teóloga)
Todo empezó por casualidad. Hace seis años yo era ajena al mundo del espectáculo y la cultura, pero tuve la fortuna de conocer, en el congreso de la «European Society of Women in Theological Research» del 2011, dos mujeres que significaron un antes y un después en mi vida: Teresa Forcades y Lídia Pujol. Dos mujeres que transmiten un mismo mensaje con sus diferentes y únicos dones comunicativos: unos valores, un camino de vida orientado hacia un amor gratuito que atraviesa todo el mercantilismo a que nuestra sociedad nos empuja. Y es precisamente esto lo que me motivó y me continúa motivando a sostener estructuralmente este proyecto para comunicar esto que a mí también me mueve, pero que yo no tengo la capacidad de comunicar.
Yo no había escuchado nunca a Lídia y, en aquel concierto en el congreso, me sorprendió su interés para comunicar valores con las canciones que interpretaba. Más adelante, tuve la fortuna de poder asistir, como público, a La Ceremonia de la Luz en Santa Maria del Mar, el 24 de noviembre de 2011 y, aunque sin luz, quedé tan maravillada que volví el día siguiente. En aquella Ceremonia experimenté aquello que hacía años buscaba. Sentí una emoción que no sabría cómo expresar, algo que no se puede entender del todo porque forma parte del misterio de la vida que nos liga a todos. Había algo que me había cautivado profundamente.
Sin saber muy bien cómo, empecé a colaborar con Lídia como community manager y, poco a poco, me fui implicando en la producción, la grabación audiovisual, la iluminación de los espectáculos y todo lo que fuera necesario y pudiera aprender para poder llevar a cabo este Camino de Luz.
En las primeras colaboraciones con Lídia descubrí un mundo muy diferente del que yo me había imaginado. Me di cuenta que el éxito artístico no iba relacionado con el éxito económico y de la importancia de la cultura para relacionarnos con valores los unos con los otros. La suya era una propuesta con contenido y se expresaba de forma cautivadora. Descubrí que para Lídia el escenario es un espacio “sagrado” y, tanto le va la vida en ello que todo lo tiene intuitivamente pensado hasta el último detalle. El repertorio, la iluminación y la escenografía, absolutamente todo tiene un sentido, el querer comunicar un mensaje.
En la Ceremonia de la Luz, Lídia había reinterpretado la tradición espiritual de nuestra cultura desde una sensibilidad contemporánea que emociona y hace vibrar a quien lo escucha. Camino de Identidad y posteriormente Trabajos y Placeres de Amor, continúan con la misma propuesta pero profundizando en lo esencial y buscando la implicación de la comunidad. Porque este camino, como la vida, sólo se llena de sentido en la relación con los otros, buscando la reciprocidad.
Para mí ha sido y continúa siendo un camino que me permite crecer como persona. Me ha obligado a enfrentarme a muchos miedos, me ha abierto muchos horizontes, me ha posibilitado relacionarme con mucha gente a pesar de mi timidez, me ha empoderado haciéndome desarrollar muchas habilidades que nunca habría imaginado que llegaría a tener. Y cada vez que veo salir de un espectáculo alguna persona del público emocionada, siento que el esfuerzo y las dificultades que tenemos que ir superando valen la pena.
Mi colaboración con Iter Luminis la entiendo como una simbiosis en qué todos ponemos nuestros diferentes dones para comunicar un mensaje y un horizonte que compartimos, y que es algo que busca atravesar nuestras personas concretas. Este mensaje que busca el infinito en la finitud de cada día es el que nos continúa uniendo en este camino de luz que hemos recorrido estos años y que tenemos la intención de continuar hasta que se nos acaben las fuerzas.
Remolinos de viento
Eva Virgili (Ilustradora)
Necesidad absoluta de cambios, colores y personas alegres. Buscando los buenos momentos, las flores silvestres y los olivos plateados. Allá, en medio de aquellos caminos pedregosos y «solsorrencs» la mano extendida de Lídia. ¡La mano, la voz, los ojos! Ooh!
Siguiéndola emprendí caminos sorprendentes y con la fuerza que me daba, confiaba con el pábilo de llama más temblorosa. ¡Remolinos de viento! ¡Adelante!
El trabajo artístico de Lídia se extendió al sol, como una vela blanca del algodón más puro me abrazó y llenó de luz. Sólo había que confiar. Trabajar juntas. Sonreír. Cantar. Viajar. Abrazarlo todo. Amarlo todo.
¡La vida es maravillosa! ¡Sí!
Si el tejido se rompía, lo zurcíamos. Observábamos sus sombras, aprendíamos muchas cosas de las arrugas y los pliegues. Los rastros de la experiencia y la aventura que vivíamos toda el grupo de personas que nos íbamos añadiendo al proyecto llenaban la tela de matices. Llenamos la superficie de rastros y siluetas: ¡manos, pies, cabezas, bocas!
Los conciertos fueron dibujando un camino de vida, lleno de personas nuevas ligadas al territorio, al proyecto, a un montón de cosas, que rodaban. Carretera arriba y abajo. Cargar y descargar. Llenar las iglesias de velas, El Llibre Vermell de Montserrat, los aromas, las reliquias, la ropa, el coro, los ensayos, los instrumentos, el guion… la emoción.
Y resulta que yo dibujo. Y me propuso que hiciera el cartel y otros elementos gráficos para dotar de imagen el proyecto artístico. Y fue que sí. Dibujé siluetas de iglesias, catedrales y monasterios teniendo como referencia el camino y la huella. Incorporé los dibujos al cartel, los estampé en trocitos de ropa de algodón, los pinté sobre letreros, los reprodujeron en lonas, sobre papel, hicimos sellos de caucho para llevarlos arriba y abajo.
Un regalo. Personalmente, a lo largo de estos dos Iters he crecido en muchas direcciones. Lídia, los grandes músicos que la acompañan, los compañeros de camino, los lugares, las canciones y las palabras me han alimentado el alma y me han hecho vivir plenamente, como si regresara al territorio de mi infancia, desde donde me siento alegre, con el corazón lleno de poesía y de fuerza.
Para mí, la esencia del espíritu de Lídia y su proyecto musical es la de comunicar dándose plenamente al otro, queriendo sinceramente y con toda la fuerza que todas las personas que forman parte se sientan potenciadas, amplificadas, confiadas, que sepan buscar la armonía y la música que toda relación humana tiene.
Un movimiento arremolinado para adentro, hacia afuera…
¿Queréis venir?
Marc Javierre-Kohan (Fotógrafo)
Hay gente a quien no les gusta lo que ven y no saben qué hacer. Otros no tienen nada, pero quieren cambiar las cosas. Algunos tienen talento y lo quieren compartir para hacer un mundo mejor, lejos de la mentira de la hipocresía de la doble moral, de los prejuicios, del miedo…
Lídia decidió usar su voz para buscar un camino de vida con calidad humana. Así es como la conocí, a través de su búsqueda personal de una identidad en relación con los demás, mediante el compromiso y el amor.
Esta profunda exploración interior la impulsa a reencontrarse con la naturaleza en un pequeño pueblo de la Segarra, y a una búsqueda espiritual en el Monasterio de Sant Benet de Montserrat. El descubrimiento de estos entornos la llevará a empezar una serie de relaciones a partir de encuentros fortuitos con personas y los lugares donde viven.
Como una antigua trovadora, Lídia se rodea de toda una comunidad de gente a la cual hace ser protagonista de una gira musical por iglesias y monasterios medievales de toda Cataluña. Arriesgándose en cada actuación, sin medios y haciendo revivir lugares olvidados. Su dulce voz y su gran fuerza cohesionan el grupo y maravillan a los espectadores.
Y me dijo: ¿Quieres venir? Y fui, claro.
Así, escondido tras la cámara, pude entrar en relación con un mundo desconocido, vivir muchos momentos de creatividad, de humanidad, de sentimientos, de crecimiento personal que deseo transmitir con mis fotografías, que podéis encontrar en muchos capítulos de este libro, mosaico de lugares, persones y situaciones.
Como un resumen orientado hacia una forma de bien común, creo que este libro queda inacabado, a la espera de nuevos momentos, lugares y personas que quieran sumarse a esta caravana de esperanza por un mundo mejor.
¿Queréis venir?
Colofón: Sólo la Belleza puede salvar el mundo
Lídia Pujol
Durante las Conversaciones Singulares entre Ángela Volpini y Teresa Forcades, moderadas por Laia de Ahumada que tuvieron lugar en el Teatro Goya de Barcelona el 1 de octubre del 2012, inspirada por una pregunta que hizo una persona del público a Teresa Forcades, propuse al maestro y amigo Juan de la Rubia interpretar una pieza totalmente improvisada. Entonces, la comunión entre el texto de Jacques Prévert, la improvisación musical de Juan de la Rubia y mi recitado, aconteció como por milagro.
Cómo por milagro
unas naranjas a las ramas de un naranjo
como por milagro
un hombre avanza
poniendo, cómo por milagro
un pie delante el otro para andar
como por milagro
una casa de piedra blanca
detrás suyo se tiene de pie encima de la tierra
como por milagro
el hombre se para al pie del naranjo
coge una naranja la pela y se la come
tira la piel lejos y escupe las pepitas
y apaga como por milagro
la gran sed de la mañana
como por milagro
el hombre sonríe
mirando el sol que se levanta
y que brilla
como por milagro
y el hombre deslumbrado vuelve a entrar en casa
y reencuentra como por milagro
a su mujer dormida
maravillado
de verla tan joven y tan bonita
y como por milagro desnuda al sol
la mira
y como por milagro ella se despierta
y le sonríe
como por milagro él la acaricia
y como por milagro ella se deja acariciar
entonces como por milagro
pasan unos pájaros de paso
que pasan así como
por milagro
pájaros de paso que se van hacia el mar
volando muy alto
sobre la casa de piedra
donde el hombre y la mujer
como por milagro
hacen el amor
pájaros de paso sobre el jardín
donde cómo por milagro el naranjo mece las naranjas
con el viento de la mañana
proyectando cómo por milagro su sombra en el
camino en el camino por donde pasa un cura
con la nariz sobre el breviario y el breviario en las
manos y el cura pisa la piel de naranja que el hombre ha tirado lejos
resbala y cae
como un cura que resbala con una cáscara de naranja
y que cae en un camino
una bonita mañana.
(Jacques Prévert)
Cada vez que un gesto bello y gratuito aparece y se expresa, nos humaniza. Dice Simone Weil que justicia, verdad y belleza son hermanas y aliadas. Con estas tres palabras tan bellas no hay que buscar otras.
Responde Teresa Forcades que es difícil que la verdad y la justicia puedan ser percibidas con autenticidad por quien vive en un entorno de mentira e injusticia. Pero así, falso e injusto, es en gran medida nuestro mundo. No acontece así con la belleza, porque la belleza —como las canciones de cuna— no apela al intelecto, sino a los sentidos. La belleza mantiene, incluso incrementa, su poder de atracción en un entorno de fealdad, o de máxima vulnerabilidad, como la del recién nacido. A pesar de que, funcionalmente, la belleza no sirve para nada y en mi entorno más directo, mirándome seriamente a los ojos, me preguntan: cuando piensas «trabajar», porque esto que hago no es «trabajar», lucharé tanto como pueda para no perder la orientación de la belleza y el intento constante de ser herramienta de su expresión, en medio de la vida tal como es.
Con el poema de Jacques Prévert que señala la belleza, como por milagro, de las pequeñas cosas, continuamos este camino…
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