La mañana del 18 teníamos que comenzar las actividades a las 10. Pero los diferentes y calmados retrasos hicieron que empezaran a las 13h.

Nos encontramos con Teresa y Cristina, su hermana, y la secretaria para la juventud a las 11.30 de la mañana. Venían de una larga estancia dentro del coche que les llevaba al encuentro, y lo digo porque lo que regula la vida social y profesional de la gente de Caracas son las largas colas de tráfico. Es así, sin matices y con toda la naturalidad. La gran inseguridad y el precio del litro de carburante configuran una vida sobre caucho (ruedas).

Teresa, bastante interesada en la conversación que largamente habían mantenido en el «carro» con Dilsi Santander, secretaria del Ministerio de la Juventud, la quiso compartir con nosotros, así que fuimos a una sala y registramos la conversación a cerca de la experiencia de “Las misiones de voluntariado para la juventud”.

Estas imágenes y contenidos los podréis disfrutar llegado el momento, pero, para haceros un esbozo de mi vivencia estos días, os diré que impresiona profundamente ver por donde van las intenciones y las acciones en este país. Tienen el regusto de esas cosas que yo misma querría hacer para cambiar las cosas en mi entorno, pero la impotencia frente a la realidad humana me violenta o me paraliza. Entonces llega una persona como Teresa y te llena de una confianza que te activa y te hace sentir una cosa olvidada, una especie de esperanza. Chávez es aquí el tipo de mesías que todos esperaban. Un hombre que habla con la fuerza y la contundencia marcial, con el honor de un militar dispuesto a dar la vida por la causa, con el corazón en la mano mira a los ojos del individuo en concreto, lo traspasa y muestra la verdadera fuerza, la del pueblo, la comunidad que solidaria es el amor que mueve montañas. Un hombre que ha recuperado y renegociado con el mundo los recursos del país, ha desprivatizado la educación, la sanidad, la vivienda, ha comunicado con un teleférico la ciudad de espantosos rascacielos con los cerros, donde viven la gran mayoría de caraqueños, los más pobres. Cada una de las cestas tiene nombre propio: moral, ética, sinceridad, honor, valentía, verdad, libertad, amor…. Ha construido edificios para los más necesitados en medio de la ciudad, ha puesto por todos lados centros médicos gratuitos con médicos cubanos intercambiados por petróleo, hace miles de operaciones gratuitas de cataratas… El carisma y la proximidad de Chávez conectan con los más humildes, los más numerosos, y les dice que, si quieren, pueden ser personas. Chávez tiene dinero para llevar a cabo planes de choque y ajuste inmediato ante la pobreza extrema, y todo un plan de «Misiones» para realizar un cambio profundo a largo plazo, en un país que había traspasado el límite de la desesperación con el Caracazo: toda la población de los «cerros» asaltó la ciudad, entró en los comercios y todo lo que os podáis imaginar. Entonces apareció Chávez, con un plan basado, entre otras fuentes, en un mensaje de amor extraído de la teología de la liberación, que enaltece a los humildes y destrona a los poderosos. La revolución bolivariana se está creando, no es la repetición de ningún modelo, coge aquello que cree digno de muchas corrientes y le añade la creatividad del individuo en relación con la comunidad.

Lo que vemos es un gran ejercicio de asociacionismo, las asambleas, la participación de un 80 por cierto en las urnas de las últimas elecciones con el control exhaustivo de la mirada internacional; vemos continuo debate, reflexión, conclusiones, medidas y acción. Y este proceso dirigido a cada uno de los problemas que plantea una sociedad: la juventud, el hambre, la sanidad, la educación, la vivienda….

Es alentador pensar que este proyecto que está en construcción pueda calar profundo en la constitución, ya no de un país con sus leyes y su marco legal sino en la base de cada individuo.

Es evidente por los cambios que vemos, que parte del dinero de los recursos petroleros del país que hace diez años estaban en manos ajenas, se están utilizando para frenar una dinámica inhumana (como la que estamos teniendo nosotros ahora mismo) y comenzar a hacerlo girar en otro sentido.

Se le está intentando dar una vuelta de 360 grados a un país instalado con toda naturalidad en la supervivencia causada por los abusos de las grandes potencias a lo largo de la historia. ¿Cómo introducir un cambio radical en una cultura de sobornos y facilismo medular? Sea como sea, seguro que señalar el beneficio común por encima del propio, es señalar la luz.

La generación de mis padres sufrió una guerra, y el hambre tienta al embrutecimiento de las personas, e incluso naturaliza las prácticas más viles porque nos hace creer que la supervivencia justifica la falta de ética y solidaridad. Casaldáliga dice que hay dos absolutos, Dios y el hambre. Este absoluto, el hambre, ha legitimado los discursos de sobremesa de mi padre, donde sus ganancias y sus heroicidades eran engañar, vender a un precio mucho más alto aquello que no lo valía. Y yo de pequeña escuchaba en silencio  a mi referente. ¡Qué gran aventura es tener la obligación de ser uno mismo y enfrentarse a decidir si queremos serlo o no en cada instante, más allá de la cadena causal, del pecado original, de aquello que heredamos de los padres! Decir libre y responsablemente que ya no somos únicamente de donde venimos, sino donde queremos ir.

La experiencia de estos días después de todas estas palabras a las cuales no quiero renunciar, es que estamos en un contexto que, en muchos casos, más allá de ser prochavista, ha sido de personas que velan por el bien común y cuidan el ser persona. No tenemos testigos del otro bando de la situación de este país tan radicalmente polarizado, no es eso lo que hemos vivido, ni tenemos ninguna pretensión de convencer a nadie de que Chávez es el camino, pero si que vemos las piedrecitas luminosas que nos llaman la atención, una atención directamente proporcional al rechazo que nos da la privatización y el abuso institucionalizado de nuestro sistema formado por ladrones trajeados que pasean impunemente sobre nuestra falta de dignidad activa. Aquí los ladrones no son tan guapos, no son tan elegantes, la corrupción humana puede ser incluso mayor pero la meta de unos, su discurso, su constitución, está basada en los derechos humanos y la nuestra en la deshumanización a favor del capital. Ladrones lo podemos ser todos, pero unos quieren ir hacia la humanización y otros hacia el capital.

EN LA TIENDA DE LA FLORISTA– Jacques Prevert

Un hombre entra en la tienda de la florista

y elige flores

la florista envuelve las flores

el hombre se lleva la mano al bolsillo

para buscar el dinero

el dinero para pagar las flores

pero al mismo tiempo se lleva súbitamente

la mano al corazón y cae

Al mismo tiempo que cae

el dinero rueda por el suelo

y también las flores caen

al mismo tiempo que el hombre

al mismo tiempo que el dinero

y la florista se queda allí

ante el dinero que rueda

ante las flores que se marchitan

ante el hombre que se muere

sin duda todo es muy triste

es necesario que la florista haga algo

pero no sabe qué hacer no sabe

por dónde empezar

Hay tantas cosas por hacer

con ese hombre que se muere

esas flores que se marchitan

y ese dinero

ese dinero que rueda

que no deja de rodar.

Queríamos salir a pedir testimonios por la calle, pero desde el primer instante en la recogida del aeropuerto, cuando la Eva grababa cámara en mano por la ventana, José, nuestro humilde conductor, nos dijo que metiéramos la cámara dentro del “carro” porque los motoristas las arrancan al vuelo. También Liris, una amiga, nos lo volvió a decir cuando volvíamos de una cena en el coche. Ayer Roberto Hernández Montoya, presidente de CELARG, cogió el coche para hacer 300 metros. En otra ocasión, pidió un escolta para pasear por las calles y obtener unas imágenes grabadas de la ciudad, que le guardara el coche en la calle y nos acompañara a subir al funicular de los Cerros… Una chica se montó en nuestra cesta cargada de bolsas de la compra, tendría unos 20 años. ¿Qué tal el teleférico, cómo ha influido en tu  cotidianidad? – Antes tardaba 45 minutos en subir a mi casa andando, ahora es un momento. Es muy bueno. Nosotras sobrevolamos la pobreza. Anoche cuando salimos a cenar, eran las 8 y cogimos el metro. Para volver, Melba, la traductora en lenguaje de sordos de los discursos de Chávez, llamó a un amigo para que nos viniera a buscar porque ya era tarde. Finalmente el chico no pudo venir y paseamos por un boulevard céntrico. Todo bien. Hace dos días, en las Conferencias sobre espiritualidad y política a la que asistió la propia ministra de la juventud, dejé a Teresa vigilando mi ordenador y las cámaras, y por suerte sólo le robaron el ordenador.

En definitiva, amigos, el cambio en este país es increíblemente complicado y, pese a eso, se están dando los primeros y espectaculares pasos. Increíblemente complicado porque la corrupción está en el aire que también se respira sobretodo en el mismo gobierno, pero con la diferencia que se han introducido nuevos gases allá donde sólo había corrupción naturalizada. La nuestra es una corrupción sistematizada, nos escandalizamos pero no hacemos nada, además las leyes amparan esta corrupción.

La pobreza no puede permitirse la justicia. La justicia está para quien se la puede pagar. Las prisiones se tienen que llenar de realidad. El gobierno de cualquier país tiene que ser un referente de justicia o ir a la cárcel. Si se aplica la justicia, nuestra constitución no defiende los derechos del más débil; es tan indignante ver como los grandes ladrones campan impunes…

Toda Sudamérica nos está avisando: Estáis yendo de donde nosotros estamos empezando a salir.

Después de escuchar las maravillas del programa de ayuda e integración para la juventud de la secretaria Dilsi y decirle que me costaba escuchar que algo tan ideal fuera posible, me pregunté cómo se está planteando la continuidad de un proceso tan profundo si dios Chávez es un hombre. ¿Dónde está el asambleísmo, la participación en la cúpula del poder, cuando el pueblo ve y percibe al comandante Chávez como si fuera Dios? Habrá que superar esta primera fase de cierto infantilismo y afianzar más allá de la persona de Chávez este camino de personificación del pueblo. Dos absolutos, Dios y el hambre, dice Casaldáliga; y no tres: Dios, el hambre y Chávez, dice Teresa.